LITERARTOBER 2022: Vieja

 


Había varias leyendas urbanas alrededor del terreno que colindaba con el colegio de primaria Benito Agudo, muchas propagadas por los integrantes de los últimos cursos o sus propios hermanos mayores, las cuales descendían como una cascada hacia los impresionables pequeños. Eran populares las pruebas de valentía que incitaban a los más valientes a cruzar la verja y adentrarse en la alta maleza justo después de advertirles de lo que podían encontrar al otro lado. Las historias variaban en función de quién las narrase, sin embargo solía repetirse una que hablaba sobre una vieja cabaña destartalada cuyo dueño a veces era un vagabundo loco con un hacha o una bruja que comía niños, todo pensado para que no durmiesen tranquilos en varias noches.

Aquella tarde los matones del patio habían citado a un par de niños dos cursos por debajo de ellos, quienes habían tenido la osadía de enfrentarse a ellos y reclamar paz.

-Bueno, mocos, creía que erais más cagones y no ibais a venir.

-Pues estamos los dos aquí ¿qué queréis para perderos de vista?- retó uno de los pequeños, sabedor de que tendrían que hacer algo desagradable para impresionarles y ganar su respeto.

-¿Sabéis qué hay al otro lado de la verja, entre toda la hierba alta y las zarzas?- ambos respondieron negando con la cabeza-. Hay una choza donde vive una vieja que colecciona cráneos de mocos como vosotros. Tenéis que entrar y traer uno- indicó uno de ellos y el resto comenzó a reír.

Uno de los pequeños se acobardó, pero el otro le guiñó el ojo y respondió ferozmente.

-Vale, volveremos en un rato- cogió de la manga a su compañero y ambos se adentraron en el misterioso lugar.

Nada más adentrarse, el otro niño se soltó de su agarre.

-Volvamos, si no van a dejar de pegarnos, no quiero que me coma una bruja.

-Es todo mentira, el otro día le pregunté a mi padre y me desmintió todas esas tonterías. Es para que nos acobardemos, no vamos a ganarnos su respeto si salimos corriendo. Venga, no va a pasar nada.

El otro chico pareció tranquilizarse un poco, así que caminaron en busca del anunciado lugar.

-Entonces, si no hay lo que nos han dicho ¿qué les traemos?

-Lo que cuenta es que entremos, estemos un rato y volvamos, el resto son tonterías.

Avanzaron un poco más y llegaron a un rudimentario edificio cuya puerta estaba cerrada con un candado.

-¡Es la casa de la bruja! Volvamos, por favor.

-Este es un almacén de herramientas, aquí no vive nadie, voy a abrirlo y sacar una foto, así no volvemos con las manos vacías- dijo mientras se puso a enredar con el oxidado candado.

Finalmente franquearon la entrada, pero se horrorizaron al contemplar un montón de gatos y perros pequeños colgados del techo con el canal abierto.

Unos pasos a su espalda les alertaron cuando ya era demasiado tarde, ya habían visto demasiado y ya era hora de probar a matar a un semejante.


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