Historias de una mariposa

  *Olvido* Todos hemos tenido un momento así, quiero imaginar, uno en el que estamos tan hartos de todo y de todos, que deseamos que nos deje en paz el mundo, puede que pensando en una cabaña en mitad de la montaña u otro lugar aislado. Eso deseé entonces: que el mundo me dejase en paz. Y lo conseguí, de alguna misteriosa manera que aún no logro explicar. La sensación fue maravillosa, podía ir a cualquier parte que nadie podía verme u oírme, así que hice todo cuanto quise, fui a donde me dio la gana sin preguntas estúpidas de nadie e hice todo cuanto quise en mi única compañía. Me llegó a dar curiosidad por otro tipo de actividades más cuestionables, pero se quedó solo en eso, en mera curiosidad. No obstante, con el paso del tiempo empecé a cansarme y a querer compartir alguna conversación con mis seres queridos, aquellos que también me habían agobiado, sí, pero los echaba de menos. Pude darme cuenta entonces de que no sólo no podían verme u oírme, sino tampoco sentirme, pues nadie rea

  *Su canción de cuna* Mi momento favorito del día es cuando pasa un rato después de cenar, me lavo los dientes y espero a que Matie, el gato negro de la casa, mueva las orejas y levante la cabeza mirando hacia el pasillo. Esa es la señal de que ha llegado. Me despido de papá y voy corriendo a mi cuarto para que ella me arrope. Normalmente se pasa primero por el cuarto del bebé y le canta una nana, me entristece ya no ser su favorito. Su voz es tan cálida como siempre, te arrulla y reconforta, incluso después de despertarse de la peor de las pesadillas. Por fin llega a mi cuarto, se sienta a mi lado, me da un beso en la frente mientras me arropa y comienza a cantar para mí, esta vez sólo para mí. No todas las noches puedo verla, pero noto el peso en mi cama, a mi lado, el tacto de sus labios en mi piel y siempre, siempre escucho su dulce voz. Pero es un secreto, a papá no le gusta que hable de ella, la última vez se enfadó mucho, me riñó y me gritó que dejase de decir mentiras, que mam

  *Un show único* El circo de los horrores había llegado a la ciudad y era la gran novedad del año. Había muchas expectativas en el aire, por eso las entradas se agotaron rápidamente. La función resultaba ser de lo más atípica, con personas con habilidades curiosas a la par que grimosas, un carnicero ensangrentado que de vez en cuando asustaba al público y un espectáculo de magia aparentemente mortal; todo bañado con una historia de terror de fondo que iba avanzando, armonizada por una música espeluznante, como los atuendos de los artistas. El público estaba entre asustado, incomodado y maravillado con las actuaciones que veía, aunque eran más bien los fanáticos del terror los que verdaderamente disfrutaban de lo lindo, acostumbrados ya a las sensaciones propias del género y, aún así, esperando ser sorprendidos con algo nuevo. Cuando llegó el número final, las luces bajaron del todo para enfocar a un muchacho sentado en una silla. Detrás de él apareció un payaso maquillado de forma inq

  *De vuelta* A pesar de que el funeral de mi hermana iba a ser en unos días, aún no dábamos crédito a su partida. Se había ido tan joven y de repente que todos en casa estábamos rotos por el dolor de su ausencia. Aún quedaba un rito que detestaba, que era el velatorio y era precisamente esa noche en la que yo me encargaría de relevar a mi padre en tal tarea, como mandaba la tradición. Se había tapado su cuerpo por el deplorable estado en el que fue encontrada ya que había caído a un río, pasando por desgracia por un tramo de rápidos y cascada. Para cuando la encontraron, las alimañas se habían llevado partes de ella que no se pudieron recuperar, un final bastante desagradable para cualquiera, aunque quizás más para alguien tan joven. Pasaban de las doce de aquella fría y solitaria noche cuando un movimiento captó mi atención. El pañuelo que reposaba sobre su rostro comenzó a moverse hacia fuera y hacia dentro, como si estuviese respirando. Se me heló la sangre al ver aquello, pues no

  *La dama* Vi al cuervo y sabía que se avecinaba la muerte, así que me fui a un recodo del bosque a meditar, a entrar en conexión con la naturaleza y tratar de hablar con la dama cuervo. Tuve la suerte de que se apareció ante mí, era un ser muy venerado en mi cultura. Normalmente enviaba uno de sus hijos cuervos para avisar de alguna muerte, pero era una noticia exigua, pues no había más información, por eso debía localizarla en otro plano, para saber algo más. Era una mujer muy pálida, de piel más bien cenicienta, ojos completamente blancos, ataviada con un negro y vaporoso vestido que parecía deshacerse antes de tocar el suelo. Formulé mi pregunta y ella sopló una pluma hacia mí. Cuando la seguí con la mirada, pude ver una invasión, más bien una masacre de mi pueblo, mi gente y familia. Le imploré sabiduría a la dama para evitar aquella tragedia, fue entonces cuando me mostró con otra pluma una imagen de mí misma realizando un ritual. Asentí, ya sabía lo que debía de hacer, ella me

  *Noches en vela* Otra vez intentando dormir sabiendo que no seré capaz, que volverá a pasar, igual que las anteriores noches, igual que las que vendrán. Hace tanto tiempo que estoy así que cas no recuerdo cómo se sentía estar descansado, lo que sí recuerdo con claridad es de dónde vino todo. Conducía aquella noche, volvía a casa después de una fiesta en la que había bebido moderadamente, sin embargo me sentía bien y, siempre y cuando me viese capaz de conducir, no tenía reparos en coger el coche a pesar de haber bebido un par de copas. Me llamaron mientras iba de camino, para preguntarme si había llegado bien, fue un momento que cogí el teléfono y de repente la tenía encima del vehículo. Salí apresuradamente a comprobar la situación y la vi tirada unos metros más adelante, se había quedado en una pose errática y parecía estar muerta, porque el escarabajo que tenía tatuado en el pecho no se movía. La calle estaba vacía, así que salí corriendo de allí. No podía hacer nada por una chica

  *Guitarra del infierno* Quedaban pocas horas para el concierto y su guitarra eléctrica había sufrido un accidente desafortunado. Por supuesto el agobio fue general porque, para una vez que les salía una actuación, tenía que pasar una desgracia. Estaban en una localidad pequeña, así que no tenía muchas esperanzas en encontrar un reemplazo, pero debía de sacar otra de debajo de las piedras si hacía falta, o el grupo no se lo perdonaría. Tras correr por las calles sin encontrar una sola tienda de música, casi iba a darse por vencido cuando, en un callejón, vio de pasada una tienda de segunda mano. Entró como un vendaval en cuanto vio la guitarra del escaparate, no parecía de una calidad excepcional, pero era justo lo que buscaba. Pagó apresuradamente y se la llevó corriendo a hacer los pertinentes ajustes para que estuviese lista para la ocasión. El resto del grupo se mostró sorprendido y aliviado ya que no tendrían que cancelar su primera actuación. Cuando comenzó a afinarla, casi ni s

  *Amor de madre* Si lo supiera la gente, me diría que estoy loca, loca, loca, así me verían sus reducidas mentes, que no son capaces de entender cuánto puede llegar a querer una madre a sus hijos. Con la de cosas que se ven en las noticias, sería una necia si no tuviese cuidado con el mundo, ni les instara a tenerlo. No les veo capaces de desenvolverse por sí mismos en el exterior, el mundo está lleno de peligros, de gentuza que solo busca el mal ajeno, enfermedad, blasfemias, miserias, … No, ellos no pueden vivir así, no deben vivir en el exterior, yo me sacrificaré por ellos yendo y viniendo por comida mientras están a salvo. No necesitan nada más que a su madre, su amor, su sustento, su atención, sus cuidados y este precioso refugio apartado de todo que he construido donde voy y vengo cada día. -¡Madre, por favor, madre, no puedo seguir así! Por favor llévatela- me dice mi hijo nada más llegar. -Esas no son formas de saludar a tu madre ¿Habéis reñido otra vez? -¡No puedo reñir con

  *Las gemelas* Hacía como una hora que las niñas tenían que estar acostadas, así que me dirigí al cuarto para reñirlas al respecto y mandarlas a la cama, pues llevaban un buen rato riéndose. No quise aguarles la fiesta al principio, ya que una noche sin los padres era toda una aventura para ellas y quería ser una tía divertida. Cuando abrí la puerta, estaban en el centro de la habitación, sentadas en el suelo, cuchicheando entre ellas y riendo. -Venga, niñas, ya es hora de dormir- traté de entonar algo seria pero amable, para no perder mi autoridad a pesar de mis normas más laxas. Apenas me miraron, seguían entre risitas y cuchicheos. -¿Qué es eso tan divertido? ¡A la cama! Vuestros padres se van a enfadar si vuelven del teatro y estáis despiertas. La risa de ambas se intensificó. -No hace falta, tita, ahora podremos irnos a la cama cuando queramos. -No, porque sois niñas buenas y me vais a hacer caso. Vuestros padres os quieren en la cama desde hace una hora. -No, no lo entiendes, ti

  *Inquilino inesperado* Aquel paraje era de lo más encantador, una hermosa casa señorial, apartada del mundanal ruido de la ciudad y con naturaleza alrededor. Todo con lo que podía soñar el joven matrimonio, que acababa de emprender el camino de la convivencia en pareja. El señor Fletcher, quien les vendió aquella casa, que para ellos más bien era una mansión, les pareció muy amable y educado, tanto que les dio pena el precio que proponía, sin embargo él lo justificó diciendo que había demasiadas reformas por hacer. Rebuscando en el desván, Marcus encontró un recorte de periódico, el cuál corrió para enseñarle a su marido. Salía la cara de la mujer del señor Fletcher, a la que desde hacía un tiempo daban por desaparecida. Lo sintieron por aquel buen hombre, no se podían imaginar lo doloroso que debía de resultar perder a su pareja sin mayor explicación. Pasó el tiempo y, cuando ya estaban acomodados, Sergi se percató de que algo olía mal en el sótano. Buscaron y buscaron pero no diero

  *Nuevos tiempos* -No es más que chusma, te lo digo yo, son todos iguales. Vienen aquí y se piensan que todo es suyo y pueden hacer lo que quieran- escupió el tendero mientras Noelia estaba a la cola. -Quizás no piensen todos igual, pero es cierto que en el pasado han hecho mucho daño y eso que los acogimos con todo el cariño- respondió la mujer que la precedía en la fila. Intentó no torcer el gesto ante lo que oía, no sólo por la repulsión hacia los suyos, sino también porque su conversación denotaba desconocimiento. Si bien era cierto que no lo habían hecho bien todo el tiempo, no era tan simple como lo planteaban, ni mucho menos habían sido recibidos con cariño, sino como refugiados que casi enjaularon y trataron peor que a mascotas. -Sólo espero que por fin tengamos paz. -No habrá hasta que no estén muertos todos, se lo digo yo, no saben convivir con los nuestros, son peores que las bestias. Las palabras del tendero dolían en lo más profundo de su ser, pero trató de hacer oídos so

  *Crimen equivocado* Ernesto y Hugo llevaban tiempo dando palos aquí y allá, a veces en casas asaltando a personas mayores de improvisto, otras en pequeños locales que veían a mano. Aquella noche el objetivo era el segundo de esa lista, en concreto la carnicería del rey de los chuletones del lugar, uno con cierto renombre como para tener una buena recaudación a lo largo del día. Habían forzado la puerta de la trastienda, donde consiguieron llegar avanzando por los tejados hasta el patio que daba a la parte trasera del local, y ahora avanzaban por un pasillo estrecho y nada iluminado, apenas por los haces de luces de sus respectivas linternas. Rebuscaron en un par de estancias que vieron, una era la oficina y en la otra no había nada reseñable aparentemente, hasta que algo captó la atención de Hugo. -¿Una trampilla?- preguntó estupefacto su compañero de fechorías. -Seguro que aquí guardan algo jugoso. -Deberíamos marcharnos, si no hay dinero en la oficina, no creo que lo haya aquí. -¿Y

  *Sado* Llamé al timbre, pero quien respondió no era la ama. -¿Y Rose?- pregunté. -Está indispuesta, pero si tienes cita, puedo atenderte yo. Lo pensé un instante y finalmente accedí, hacía tiempo que tenía la cita y no me apetecía esperar más, aunque era la primera vez que me atendía alguien que no fuese el ama Rose, quizás no le sentaba bien y me daba doble ración de castigo. Me estremecí al pensarlo mientras la seguía hasta la estancia habitual. -Pórtate bien y quédate aquí mientras voy a cambiarme. Debía de ser algo inesperado, porque Rose siempre me atendía lista para el trabajo, o también podía deberse a que aquella mujer fuese nueva o menos profesional. Siempre podía solicitar otra cita con Rose si no resultaba una sesión satisfactoria. Acerqué mi abrigo al perchero cuando un detalle captó mi atención. Del arcón situado al lado goteaba por una esquina inferior un líquido inesperado de color rojo. Me invadió por un momento la curiosidad, a la par que una sensación de peligro que

  *Cabeza de leche* Llevaba como siete años con su pareja, una chica encantadora que venía de un país extranjero, lista, elocuente, guapa, … Es que lo tenía todo ¿cómo no se iba a enamorar de ella? Tenían una relación bastante sosegada, sin grandes discusiones, sino más bien conversaciones calmadas sobre qué les había molestado en cierto momento y qué necesitaban. Esa noche había planeado una cita de lo más romántica para al fin pedirle matrimonio, pero su pareja llevaba unos días con un fuerte dolor de cabeza y él quiso cancelarlo, sin embargo ella tenía más curiosidad por ver qué tenía planeado que jaqueca. No le pareció que el cine fuese a ser una gran idea en su estado, pero ella se puso firme en que no quería alterar el plan, así que allí estaban viendo una reposición de una película especial en su relación. En mitad del metraje, un movimiento extraño a su lado le distrajo, la piel de la cara de su pareja parecía querer salirse de su sitio, además de tener vida propia, como si alg

  *¿Puedes salir?* -¡Vamos! Quiero entrar en el laberinto de espejos- dijo su hermano con toda la emoción mientras tiraba de su brazo. -Espera, si entramos ahora Lily va a pensar que la he dejado plantada, y bastante tengo de venir contigo a la fuerza- rezongó su hermano mayor. -Pues yo no me lo quiero perder ¡Quédate con tu estúpida novia!- protestó y salió corriendo hacia la sala. -¡Tommy, ,maldita sea, ven aquí! Casi voló detrás del pequeño, pero era muy rápido y, en cuanto entró en la estancia, dejó de verle en seguida. Aquel lugar no le gustaba, contaba con un aire misterioso que no sabía explicar, pero sin duda sus tripas le decían que se alejase. Su imagen le devolvía la mirada por todas partes mientras gritaba el nombre de su hermano. Caminaba hacia lo que parecía ser un pasillo cuando chocó contra un cristal que onduló de forma extraña y profusa para, acto después, devolverle una imagen que no debería estar ahí. Lily estaba junto con Oliver, el cachas del equipo de rugby, cogi

  *La veo* Desde que estuve a punto de morir, no he vuelto a ser la misma persona y no sólo por las consecuencias que pueda implicar el casi haber perdido la vida. Ahora la veo, no me he atrevido a hablarlo con nadie, pero después de varios casos, he atado cabos. Ya no deseo estar en un sitio donde haya mucha gente, cualquier lugar así es horrible pues, entre toda la multitud siempre aparece ella, cuantas más personas haya, más probable es. Nunca he visto su cara, aunque tampoco es que lo desee si es como el resto de su cuerpo, siempre está cubierta por una máscara roja como única prenda. Su cuerpo, huesudo, sin piel, con los músculos al aire, llenos de gusanos danzando de un lado a otro, se menea con movimientos extraños, siguiendo siempre a alguien. Nunca nadie la ve, o no me lo parece, tampoco es que ella se fije en alguien más que a la persona de su interés, uno al que ya he averiguado no le queda mucho tiempo. Ya no recuerdo cómo era la vida sin ella danzando por las calles, arras

  *Un sabor curioso* -Si me siguen por aquí, en esta sala es donde sigue el resto del proceso, justo lo que queda antes de que el vino esté listo. Si me esperan unos instantes, ahora degustaremos varias cosechas- improvisó sobre la marcha. Maldecía para sus adentros que el jefe no hubiese aparecido tampoco aquella mañana, ahora él se encargaba del marrón de atender al grupo que esperaba su viaje por las instalaciones y la degustación de diversos vinos. No era un experto, él sólo trabajaba recogiendo la uva. Llevaba años ahí y algo había oído en las distintas jornadas, pero eso no hacía que fuese su responsabilidad y ya bastante quemado estaba con el jefe como para ceder a hacer de guía, menos sin que nada estuviese listo. Volvió del almacén con varias copas y una mesa, no estaba para nada adiestrado para lo que se suponía que debía de comunicar ahora acerca de los matices a degustar, así que esperó dar con algún listillo que lo comentase por él. Uno a uno fue sirviéndoles de un barril

  *Los nuevos residentes* Todo el que recordaba, veía imágenes similares: Un extraño círculo en el cielo, enorme, como un portal a otro plano, de donde comenzaron a salir criaturas jamás vistas; un espectáculo desalentador para nuestra población, más bien propio de una gran producción cinematográfica de horror cósmico que de la vida real. Nadie era capaz de recordar nada más, por mucho que lo intentase o se esforzara, sólo quedaba el vacío más absoluto para la mente. Sin embargo, la vida continuó su curso, muchos fingieron que nada había sucedido, otros tantos armaron jaleo, sí y las consultas se llenaron de personas confundidas y asustadas; pero la vida tal y como la conocían y, contra todo pronóstico, siguió su curso. Pasaron meses después, hasta que efectivamente algunos hasta habían olvidado de verdad aquel acontecimiento, que una curiosa y grotesca escena se empezó a reproducir por cada humano vivo que vio el portal ese día. Sentían desazón, malestar estomacal y genérico, pero no

  *Tu ropa* Encontré un modelito precioso de segunda mano en la aplicación que me recomendó mi amiga, me llevé de hecho un par o tres prendas más de la misma vendedora, porque me daban las medidas, estaba bastante barato y era un estilo muy particular y propio de mí. Le pregunté dónde las había comprado de primera mano y me dijo que no sabía decirme, que eran de su hermana y ya no se hablaban. Me probé las prendas en cuanto llegaron, quedaban perfectas, pero me dio la sensación de que no estaban bien lavadas por el olor que desprendían. Supuse que igual se debía a que se habrían quedado en el armario cerrado por mucho tiempo, pero nada que un buen detergente y suavizante no pudiesen solucionar, ya estrenaría modelito en otra ocasión. Cuando saqué las prendas de la lavadora, olían perfecto, las dejé secando hasta el día siguiente por la mañana, cuando recogí todo. Me preparé para salir con ellas y, cuando las tuve puestas, me percaté de un ligero toque desagradable. No tenía mucho senti

  *La última pincelada* Lo dejé ¿qué otra cosa podía hacer? La señora Smith fue mi primer encargo, había pintado antes, pero solo paisajes y todo el mundo sabía que el verdadero dinero estaba en los retratos, en las personas pudientes y vanidosas que buscaban la inmortalidad de su imagen. No pasaron más de tres días desde que entregué su cuadro cuando leí en el periódico que se había precipitado por la ventana de un sexto piso. Lo lamenté mucho por ella, había sido cortés conmigo y me sentía agradecido por su oferta de trabajo. Después llegó el encargo del retrato conjunto del pequeño Timmy y la dulce Sussie, el primero apenas contaba con cinco años, la mitad que su hermana, ambos con toda la vida por delante y un radiante color en las mejillas, propio de su juventud. En el mismo lapso de tiempo que la señora Smith, ambos fueron brutalmente asesinados por su padre. ¿Coincidencia quizás? ¿Qué ser macabro pagaba tal trabajo para inmortalizar la imagen de unos hijos a los que supuestament

  *¿A quién le rezas?* Todo comenzó con la compra de aquella estatuilla de la virgen que mi madre adquirió en el mercado. Era tan devota, que hasta le confeccionó un altar en un rincón de la casa, con flores frescas que le ofrecía cada dos por tres, velas de diversos tamaños y baratijas variadas. Éramos bastante distintas en ese aspecto, yo hacía bastante que me consideraba atea, pero convivíamos sin juzgar o forzar a la otra a tener otras creencias. Si a ella le reconfortaba su fe ¿quién era yo para arrebatárselo? Así que, si aquello la hacía feliz, no pensaba entrometerme. No obstante, su comportamiento fue variando, decantándose más hacia un lado obsesivo que nunca había mostrado, así que empecé a preocuparme. Empezaba a pasar muchas horas delante del altar, como en un trance extraño en el que no te oía ni veía, alguna vez me pareció verle los ojos en blanco. Por otro lado, sus ofrendas también cambiaron, porque ahora dudo bastante de que un pájaro muerto acabara allí por casualidad

  *Avi* Avi era la nueva sensación y en poco tiempo ya era una aplicación centralizada. Empezó como un asistente virtual, pero poco a poco fue añadiendo diversas funcionalidades, hasta que pasó a estar abierta todo el tiempo porque siempre se usaba en algo ya que nuestra sociedad la había integrado. Algo sencillo como quedarte sin tomates en la nevera, ella lo detectaba, incluso cuándo comenzaban a ponerse malos, te los añadía a la lista de la compra, te anotaba la tarea de ir al supermercado en el calendario y te señalaba el más cercano ¡Si te hacía hasta la estimación de lo que iba a costar tu compra según dónde fueses! Eso sólo era una de tantas cosas que era capaz de hacer por ti, por eso todo el mundo estaba como loco con ella, tanto que ya no éramos capaces de funcionar sin ella, al punto de que veías las calles y las personas no eran más que prácticamente unos autómatas, incluso hubo un extraño incremento en episodios de catalepsia que bien podría deberse a la aplicación, pero n

  *Esa no soy yo* -No puede ser, agente, lo he debido de perder- comentó esperando que aquel hombre no insistiera. Había cogido el coche sin permiso y no quería que descubriesen que no contaba ni con carnet de conducir, ni con la edad para hacerlo. -Entonces tengo que pedirle el documento de identidad. -Soy una despistada, me lo debí de dejar en clase. El oficial levantó la ceja, no se estaba creyendo la historia ni por un instante. -El DNI, o me veré obligado a hacerle salir del coche y llevarla a comisaría. -Vale, vale, no hay que ponerse nervioso- resopló y comenzó a buscar en el bolso. Supuso que lo peor que podría pasar sería una noche encerrada, una multa que tendrían que pagar sus padres y la bronca que le iba a caer. Tampoco es que le apeteciera, pero su padre le había dicho que no había que llevar la contraria a la autoridad. El hombre miró detenidamente el carné. -¿Hace cuánto le retiraron la licencia? -¿Disculpe?- no lograba entender, nunca la había tenido. -Que no tiene eda

  *Lo que diga mi señor* Mi señor llevaba un tiempo buscando aquello que llamó <<Necronomicón>>, una especie de grimorio antiguo que le daría un poder inconmensurable. Como todo gran señor, disponía de todos los efectivos que podía para lograr sus objetivos, que en este caso era hacerse con el poder de la ciudad, arrasando todo a su paso como cualquier tirano, o hasta cualquier autoproclamado héroe. Yo ya había seguido a otros, así que me conocía la historia, solo que nunca había sido de esa manera, siempre había tenido cierto poder de decisión, o lo habría tenido de haber cuestionado las órdenes, como era en este caso. En los asedios siempre sufren los mismos, el pueblo llano, cuando el ejército entra a arrasar todo a su paso, desmembrando, ensartando y en general arrebatando vidas inocentes a su paso. Como soldado lo he visto multitud de veces, pero yo siempre lucho por los míos, nunca contra ellos y menos sin tener control sobre mi cuerpo. Aquel nigromante había aprovech

  *La hemos encontrado* <<Creo que la hemos encontrado>> fueron las palabras que me desvelaron. Por un momento, me alegré, pero apenas duró. No sabía qué había pasado, ni más información que esa frase, sin embargo algo en mi interior supo de inmediato, con fuerte convicción, que no eran buenas noticias. Su tono no era de algo bueno que decir. -¿Dónde está?- pedí saber. -Vamos a llevarla al hospital comarcal, quedamos en la entrada. ¿Hospital? Quizás interpreté mal y no iba a escuchar las palabras que más temía. Salté de la cama, me vestí con lo primero que encontré, eran muchos meses sin verla y había desaparecido de forma tan abrupta que temía lo peor. Tenía carácter y habíamos discutido, quizás sólo fue un arrebato adolescente, un conato de huida del hogar. Volé por la carretera, saltándome el límite de velocidad, hasta el lugar de encuentro, donde estaba el inspector. -Ven conmigo. -¿Está herida?- su rostro era de pena, algo no iba bien. -Tú ven conmigo. Le seguí con imp

  *Pagar con sangre* -Hermanos, en estos tiempos tan aciagos de guerra, hambruna, muerte y dolor, debemos dar gracias por seguir vivos, en pie, por seguir estando fuertes aún en la desventura. Somos un pueblo fuerte, orgulloso, poderoso y no nos van a arrebatar nada de esto, no vamos a desaparecer de la historia, pero tenemos que coger energía, contar con el beneplácito de nuestros dioses, que nos acompañen en este tortuoso camino, en la lucha encarnizada por nuestra forma de vida, nuestra cultura, nuestra gente y nuestra casa. Todo está en riesgo ahora, todo nos será arrebatado sin su ayuda, ya que hemos visto que el ímpetu de nuestros guerreros más jóvenes no es suficiente y, cuando la mano del hombre no puede realizar una tera, un dios puede hacerla. Nosotros contamos con varios dioses, por suerte, porque sí, somos muy afortunados, pero bien sabéis que los dioses primigenios tienen que saciar su sed de sangre primero, es un sacrificio necesario, hermanos, o no sobreviviremos a esto.

  *Somnifobia* Ahí estaba, en la cita de la última hora del día con la doctora. Su despacho estaba apenas iluminado esta vez, cosa que me había llamado la atención, así que me tensé y alerté en consecuencia por lo atípico de la situación. -Quería hablar las cosas claras- dijo a modo introductorio tras lo que casi era media sesión, como si las frases anteriores solo preparasen el terreno al tema que de verdad interesaba. Se me erizó el vello en respuesta, no llevaba muchas semanas ingresado, pero aquella profesional no me gustaba, no solía escuchar al paciente, te daba su opinión médica como si fuese una verdad aplastante que tenías que asumir y tú, como paciente, estabas de base equivocado. Había oído también por otros sobre la brusquedad que en ocasiones se ejercía allí, haciéndote sentir indefenso y no mucho más que un mueble. Nada de lo que pensaras ni dijeras importaba, estabas ahí ocupando una cama y el objetivo era que te marchases cuanto antes para que entrase el siguiente. Algu

  *Sonidos misteriosos* Algo sonó de repente, arrebatándolo de los brazos de Morfeo. Se revolvió incómodo en la cama, pensando que era el resultado de alguna pesadilla y con la esperanza de volver a conciliar el sueño. Sin embargo, tal cosa no sucedió y empezó a ser cada vez más consciente de que aquello que había percibido parecía real. Se incorporó en la cama y llamó al servicio, esperó y esperó mas no acudió nadie a su llamado. Agudizó el oído, con afán de escuchar tanto si alguien se acercaba, como para tratar de dilucidar de dónde diablos procedía aquello. Todo apuntaba a la chimenea y, creyendo que podría ser algún pájaro atrapado, encendió el candelabro que tenía en la mesita y avanzó iluminando sutilmente la gran y opulenta habitación. Nada parecía haber sobre los troncos, así que la única respuesta se hallaba en el conducto que subía hasta el exterior. Giró su cabeza hacia arriba, candelabro en mano, y un quejido se le atoró en la garganta, fruto del estupor ante lo que contem

*La casa del vigilante* No esperaba conseguir su primer trabajo tan fácil, sobre todo después de lo desastrosa que fue la entrevista en la hamburguesería local. No, no estaba hecho para estar cara al público, eso lo sabía, pero la urgencia monetaria apretaba, así que se alegró de que no hiciera falta experiencia ni estudios para ser vigilante en el cementerio. Tampoco esperaba mucho ajetreo, los muertos ahí están, no dan guerra, si acaso lo que le preocupaba era tener que lidiar con alguien que se colase, no es que fuese un armario empotrado precisamente, ni tampoco sabía pelear, llamaría a la poli y listo. Estaba viendo la televisión en la casa aledaña al camposanto, ya en un duermevela cuando le pareció escuchar sonidos que en principio no identificó. Cogió el móvil, listo para llamar a la policía, sin embargo se lo pensó un momento ¿qué les iba a decir? Realmente no sabía qué sucedía. Decidió usar la linterna del mismo y avanzar con paso suave por la densa niebla que se depositaba e

  * Sin miedo a nada * Estaba más que cansada de ser un ratoncito asustado, de saltar con ruidos fuertes de forma espasmódica, de despertar alguna que otra risa con ello, de preocuparme por todo cuando nada pasaba, tan harta que acepté participar en un tratamiento experimental. El doctor aseguró que viviría más tranquila con la dosis adecuada y por supuesto así fue, dejé de vivir aterrada y preocupada de forma constante, podía relacionarme con otras personas sin plantearme una y otra vez si de verdad les caería bien, dejé de tener el cuerpo en tensión y entumecido, dejé atrás esas horribles migrañas y podía ser más abierta, más yo con las personas. Así de libre me sentía, de preocupaciones y desconfianza, tan propia del miedo, que acepté quedarme a solas con la persona más inesperada. Tuvimos una charla amena, tanto y tan relajada estaba que acepté bajar a su renovado sótano, que por supuesto insistió en enseñarme. Dijo que lo había adecuado como una sala de cine, hasta aislado para no

  * Camino trazado * Sus delgados dedos sujetaban el péndulo que oscilaba sobre un extraño tablero con cartas del tarot dibujadas. -Nunca había visto algo así- comenté, pero me chistó. -Calla o romperás mi concentración. Pasaron unos instantes, tensos por mi parte, hasta que aquella piedra se paró en varias ilustraciones. Mi interlocutora cerró los ojos, como dándole vueltas a algo, antes de comenzar a relatarme. -Morirás hoy mismo. -¡¿Cómo?! -Irás hacia el metro como cualquier otro día, pero serás asaltado por un hombre con sombrero de lana gris que lleva una navaja. Por un momento pensarás si pedir ayuda o darle el dinero que te reclama, sin embargo, una sirena de policía cerca del callejón asustará a tu atacante y reaccionará por impulso clavándote la navaja. Veo sangre a borbotones, caerás al suelo mientras te sale sangre de la boca, el hombre se asustará, revisará tus pertenencias, cogerá unos billetes de tu cartera y te dejará ahí tirado. Intentarás arrastrarte pidiendo ayuda, pe