Literartober 2023: Cthulhu

 

*Crimen equivocado*

Ernesto y Hugo llevaban tiempo dando palos aquí y allá, a veces en casas asaltando a personas mayores de improvisto, otras en pequeños locales que veían a mano. Aquella noche el objetivo era el segundo de esa lista, en concreto la carnicería del rey de los chuletones del lugar, uno con cierto renombre como para tener una buena recaudación a lo largo del día. Habían forzado la puerta de la trastienda, donde consiguieron llegar avanzando por los tejados hasta el patio que daba a la parte trasera del local, y ahora avanzaban por un pasillo estrecho y nada iluminado, apenas por los haces de luces de sus respectivas linternas.

Rebuscaron en un par de estancias que vieron, una era la oficina y en la otra no había nada reseñable aparentemente, hasta que algo captó la atención de Hugo.

-¿Una trampilla?- preguntó estupefacto su compañero de fechorías.

-Seguro que aquí guardan algo jugoso.

-Deberíamos marcharnos, si no hay dinero en la oficina, no creo que lo haya aquí.

-¿Y si guarda lo gordo aquí debajo? Piénsalo, cualquier tonto buscaría en la oficina y ya hemos visto que no hay nada, no me lo trago y no estoy dispuesto a irme con las manos vacías.

Su compañero resopló y aceptó finalmente, abriendo la trampilla. Descendieron despacio por unas escaleras que daban a otro pasillo, esta vez más corto y vieron desde ahí que una luz tenue emergía de la única puerta.

-¿Habrá alguien?- susurró Ernesto.

-Le pillaremos desprevenido, podemos reducirle fácilmente, vamos- insistió de nuevo su compañero.

Cuando abrieron la puerta se quedaron petrificados al comprobar que la situación se les había ido de las manos, pues un grupo de unas diez personas, ataviadas con capas oscuras, estaba alrededor de lo que parecía un altar, en una estancia rodeada por velas y con símbolos extraños por doquier.

-Regocijémonos, hermanos y hermanas, pues se nos acaban de presentar dos tributos de forma voluntaria, nuestro venerado Cthulhu estará contento esta noche.