LITERARTOBER 2022: Varita
El timbre sonó y el visitante fue atendido directamente por
el señor de la casa, con alguien tan esperado, no podía ser de otra manera.
-Gracias por su visita, padre, le esperábamos con ansias-
contestó un hombre ojeroso con cierto alivio.
-Disculpe, es que estas cosas requieren una evaluación antes
de ser concedidas, ya sabe, por protocolo ¿Dónde la puedo encontrar?
-Está en el primer cuarto al subir la escalera, le guío-
indicó el hombre un poco incómodo ante la presencia de alguien de la iglesia,
al ser alguien de ciencias, sentía que renunciaba a sus principios y creencias.
Cuando llegaron a la habitación, una mujer desaliñada
reposaba inclinada en la cama, al lado de una chiquilla de no más de quince
años.
-Mi niña, mi pequeña niña, ojalá tener una varita mágica
para quitarte este mal que te atormenta- sollozaba la mujer.
-¡Mentira! ¡Mentirosa, mentirosa, mentirosa!- se agitó de
repente, sacudiéndose erguida hacia delante y hacia atrás en la cama,
provocando que la mujer se apartase.
-No se preocupen, déjenme esto a mí. Clarice, he venido a
ayudarte, las fuerzas oscuras se han adentrado en ti y voy a hacer lo posible
por sacarlas.
Su interlocutora se rio con estruendo
-Benjamín Castillo Bermúdez, treinta años, residente en el
monasterio del Padre apóstol. Nacido de un matrimonio de conveniencia entre
primos- empezó a decir de carrerilla sin quitarle el ojo de encima.
-¿Qué está diciendo?- preguntó su padre mientras ella seguía
hablando.
-El demonio intenta confundirnos, no se preocupe, esto suele
pasar, intenta…
-Tu madre tenía un idilio con el carnicero y tu padre con su
secretaria, no se amaban entre ellos y nunca te desearon a ti, por eso pasabas
tanto tiempo solo- siguió elevando el tono.
-Debemos ignorar sus palabras, cuanto más la escuchemos, más
fuerte será su poder sobre nosotros. Recuerden que no es ella quien habla, es
el Diablo. Voy a preparar mis enseres- se dispuso a sacar unas cuantas botellas
de cristal llenas de agua bendita, la Biblia y un par de cruces-. Padre
nuestro…- comenzó a rezar.
-Siempre odiaste a tu padre por obligarte a ser monaguillo y
ahora por ordenarte cura. No era por tradición familiar, era porque no quería
tenerte cerca después de que le pillaras con su amante, pero ya es tarde para
resarcirte de tu cargo o informar a tu pobre madre enferma, el cáncer se la
está llevando y sería muy cruel decirle nada ahora. En el fondo estás deseando
que pase ya, que se muera ya porque no puedes soportar ir al hospital, ni ir a
verla- siguió elevando el tono más y más.
Sus últimas palabras hicieron que los padres de la chica le
mirasen.
-No deben escuchar, es todo un engaño- respondió con
nerviosismo.
-Además has descubierto ciertos placeres en tu trabajo, como
la compañía de monaguillos cuando nadie mira o que puedes estar cerca de niñas
sin que nadie sospeche.
-¡Mentira! – gritó nervioso, apenas podía concentrarse.
-¡Verdad! Aquí lo sabemos todo y te estamos esperando.
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