LITERARTOBER 2022: Hierbas
Al principio me alegré cuando mi hijo me presentó a su
primera novia, recuerdo que era una chica encantadora. Trajo una botella de vino
consigo y ayudó a poner la mesa, su carácter era risueño y siempre tenía
palabras amables. Duraron como algo más de un año, luego él me dijo que se fue
con otro.
Me apené, pero algo no me acababa de encajar. Sí que es
cierto que a menudo las personas te sorprenden y quien parece de buen fondo
luego puede tener intenciones ocultas, pero no sé, algo fallaba en aquel puzle.
Después de ella, vino otra, similar a la anterior, supuse
que eran su tipo de chica. Creo que llegaron a los escasos dos años y entonces
me dijo que le dejó porque iba a estudiar en el extranjero.
Con los años me percaté de que fueron pasando más y más
chicas por mi mesa, todas amables, con trabajos y estudios, chicas que al cabo
de un tiempo siempre le dejaban abruptamente y sin mayor explicación, algo que
no parecía propio del carácter de ninguna.
Me dio por pensar que igual el problema no fuesen aquellas
chicas, algo debe de pasar en una relación para que de repente decidas
romperla, igual algo no estaba bien y ellas daban sus esfuerzos pero él no.
Luego pensé en mi hijo, hacía tiempo que había dejado los estudios y los
trabajos, cuando los conseguía, no le duraban mucho. Siempre le pasaba algo, si
no era con un compañero, era con el jefe, así que me planteé si quizás con
otras personas sería alguien conflictivo. Lo que sí me di cuenta, y no sabía
bien por qué, era que cuando estaba con esas chicas se compraba muchas cosas, o
al poco de que le hubiesen dejado incluso.
No fue hasta una noche que estaba viendo las noticias cuando
até cabos. Habían encontrado los restos de una joven que llevaba tiempo
desaparecida, el mismo tiempo desde que había dejado a mi hijo. De repente
aquel macabro puzle encajó, convirtiéndose en un nudo en mi garganta que me
acongojaba ¿Había educado y criado a un monstruo?
Me asustó la idea de que mi hijo fuese a la cárcel, así que
pensé en una forma de evitar que volviese a las andadas y le truncase la vida a
otra muchacha encantadora con un futuro por delante. Fui a visitar a una
anciana de la que corrían varios rumores, quien me dio unas hierbas que
infusioné y metí en la sopa. No le matarían, pero estaría tan atontado que no
podría volver a sus fechorías y, si la policía llegaba a llamar a la puerta,
podría mantenerlo oculto, para siempre conmigo.
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