LITERARTOBER 2022 : Huesos

 


Hacer senderismo entre semana era lo mejor del mundo, las rutas no estaban repletas y podías sentir la calma, conectarte con la naturaleza y notarla casi como parte de ti. Los cantos de los pájaros lo llenaban todo, como si llegase a una ciudad abarrotada, su ciudad en mitad del bosque, su latido alejado de todo.
Percibía el ambiente húmedo de la cascada y su particular voz, una acuática que me llamaba a descubrirla como uno de los lugares más bonitos que había visto jamás. Unos metros más cerca, casi podía acariciar una piel húmeda que abrazaba todo el lugar, como si poco a poco me hubiese adentrado en un ser de un reino mágico.
Aquella vista merecía grandes fotos, fue lo que pensé entonces, y me acerqué todo lo que pude para conseguir las mejores, sin embargo, el suelo cedió y resbaló a mis pies y yo rodé y me golpeé incontables veces.
Cuando pude abrir los ojos, un tacto húmedo me sobresaltó y mi primera reacción fue levantarme, pero me sentí débil y no pude. Una serpiente que no lograba identificar surcaba mi brazo, uno que debía haberse roto en la caída a juzgar por el dolor que emanaba de él. Había quedado bajo una gran piedra y no era lo único que parecía roto. Debía tener por lo menos tres huesos rotos más.
Miré mi pierna izquierda, por ella asomaba, además de más sangre de la que me hubiese gustado, una tibia rota. No sabía si tratar de incorporarme era la mejor idea, pero no podía quedarme ahí, el plan de aquella mañana era completamente improvisado y no le había contado a nadie sobre mi paradero.
Intenté buscar el móvil con la mirada y pude localizarlo a un par de metros. Reuní toda la fuerza de la que fui capaz para incorporarme y una fuerte punzada me atravesó de parte a parte. Al menos dos costillas estaban rotas y aquella penetrante sensación, o quizás la hemorragia, hicieron que me desvaneciese.
Las horas pasaron con aplomo, sentí su partida como un mazazo al abrir los ojos de nuevo y comprobar que ya era de noche. No pude evitar pararme a pensar en si mi sangre habría atraído a otra criatura y mi pulso se desbocó ante aquella posibilidad.
Como un rayo de esperanza, mi teléfono comenzó a sonar y con desesperación traté de agarrar algo para alcanzarlo, sin incorporarme para no ser arremetido por aquel dolor. Mientras sonaba, oí cómo las hojas se sacudían cerca de mí, no podía distinguir apenas nada que no fuese aquella luz en mitad del bosque, como un faro en la nada. Traté de convencerme de que era producto de mi miedo y seguí en mi empeño a pesar del correteo que oí a mi espalda.
Cuando el teléfono dejó de emitir luz, pude oír respiraciones extrañas rodeándome, erizándome la piel, estremeciéndome por completo. Quise creer que sólo era producto de mi miedo, incluso cuando vi esas pequeñas luces pares cerca de mí.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Literartober 2023: Necronomicón

Literartober 2023: Cuervo

Acuerdos oscuros - Capítulo 6 (final) - Nueva era