Writober Literart: Llave

 


Se lo llevaron arrastras de su celda a la sala de operaciones o, como el resto de reclusos decía, de experimentos. Era más que conocido el hecho de que, cuando el doctor ponía el ojo en alguien, este desaparecía.

Sus empeños por escapar fueron en vano, acabó amarrado a la camilla y, con un nudo en el estómago, pudo ver a aquel carnicero acercarse.

-Saludos, joven- dijo con frialdad.

Miró con parsimonia los datos de su ficha y, algo en su actitud, terminó de perturbarle. Parecía no importarle mucho el ser humano que tenía ante él, eso era lo que transmitía al dejarla a un lado tal y como lo hizo.

-Bien, bien, empecemos pues- habló como para sí mismo, no para el preso.

Inyectó algo en su vena, un líquido que pudo notar a su paso, que le hizo sentir frío, pero que al de un breve instante provocó que se sintiese pesado, atontado. Mientras, el doctor le daba la espalda, revisando entre sus cachivaches en busca de algo. Él por su parte lo único que pudo hacer desde su lugar, fue mirarle con desprecio.

-Supongo que eres como el resto de ratoncitos, no sabes la importancia que tiene todo esto, te limitas a mirarme así, como si fuese el malo en esta situación. Sois tan básicos y necios, tan repugnantes, parece no importaros nada, pero nos ayudaréis a hacer historia, os guste o no- explicó mientras se daba la vuelta.

Llevaba en su mano una pequeña sierra circular, lo que provocó que el pulso del reo se acelerase.

-Esta es la llave de los misterios gracias a la cual tendré acceso a tu cerebro. Voy a ir tocando distintos puntos en él y comprobando qué reacción tiene en ti. No te preocupes, no necesitas explicármelo, con tus gritos bastará.

Acto seguido, conectó el aparato que emitió su característico sonido, uno que inundó la sala junto con sus gritos de terror. 


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