Pequeño cuento - Abrazo

Hoy necesito un abrazo, puede que no lo diga, pero eso no cambia el hecho de que me sienta sola y lo requiera.

¿Nunca has sentido ese tipo de frío? Aquel que se siente incluso en pleno verano, aquel que sólo sienten aquellos que no tienen en sus vidas a nadie que les aliente cuando todo va mal, que les pinten un sol sonriente en los paisajes tristes, aquellos que a menudo se sienten cansados para continuar.

Un abrazo reconforta, te hace sonreír, sentirte querido aunque sea por un momento, te hace sentir que hay alguien ahí si tu corazón se desmorona, hace desaparecer esa sensación de frío, ese frío de sentirse olvidado.

¿Por qué no pido un abrazo entonces? Porque doy por hecho que nadie me lo quiere dar, supongo que es un error, pero sigo adelante con mi vida como si esto no importara, total mi máscara también oculta mi soledad.

A menudo me pregunto si más gente quiere un abrazo, si, al igual que yo, por miedo a qué pensarán los demás no lo piden y siguen su día a día con anhelando uno.

¿Por qué los humanos seremos tan complicados? ¿Por qué liaremos tanto las cosas, cuando a veces son tan simples?

Últimamente he pensado en dejar de darle tantas vueltas a todo, en querer sin preocuparme si soy correspondida. Es posible que, como nunca digo que necesito un abrazo, nadie sepa cuanto me hace falta y así pasen los días, los largos días de ausencia.

Puede que, si finalmente pido uno, alguien me lo dé o, incluso, quizás si lo doy primero descubriré que esa persona también silenciaba cuanto echaba de menos otro en su vida.

Quizás, sólo quizás, si nos abrazaríamos todos más a menudo habría menos gente triste por la calle fingiendo estar feliz.

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