LITERARTOBER 2021: Joya
Una vez entré en casa, procedí con el ritual acostumbrado.
Me descalcé nada más entrar y no me coloqué nada en los pies, los prefería al
aire, pisando la madera. Saludé al zorro de la entrada, Austin, uno que dejé en
pose agresiva para asustar a las visitas y echarme unas risas. En mi viaje
hacia la cocina saludaba a Babe, un cervatillo de apenas unos meses que
reposaba cerca del sofá con aspecto tranquilo, y a Oscar, un búho que me había
llevado bastante trabajo conseguir con esa pose tan señorial que le daban sus
alas desplegadas y quedaba de fábula sobre la chimenea. Una vez recogida de la
nevera la cerveza de rigor, partía hacia lo que yo llamaba el almacén, un
habitáculo que se localizaba tras un largo pasillo de cabezas de distintas
bestias y apenas iluminado, una vez dentro, cerraba con llave. Aquella parte de
mi colección era la más delicada y preciada para mí, pero debía alejarla de las
miradas indiscretas, nadie comprendía lo maravilloso de mi arte.
Saludé entonces a las chicas, quienes me esperaban como
siempre con sus mejores galas y entretenidas en sus quehaceres domésticos para,
por fin, recostarme en el sofá con Madison, mi chica favorita, la joya de mi
corona. Aquella puta no debía tener más de veinte años, pero era la más bonita
de las siete. Me quedó con cierto toque melancólico en la mirada, pero estaba
tan buena que seguía consiguiendo levantármela cada noche.
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