LITERARTOBER 2021: Desierto
Un día más sobrevivo a duras penas, casi al borde de la
locura mientras busco cualquier fuente de agua. Los pocos que sobrevivimos a la
catástrofe que los propios humanos habíamos causado, nos arrastrábamos por el
desierto, nuestro nuevo hogar, luchando por no convertirnos en otro cadáver
más. Precisamente fue lo que me encontré mientras avanzaba así que,
desesperado, corrí hacia él con la esperanza atenazada en un puño, con el
corazón en la garganta y los labios ardiendo. Fui sorprendido por un chiquillo
de no más de diez años cuando por fin había dado con un preciado tesoro.
-Suelta la cantimplora- me ordenó mientras me apuntaba al
corazón con un cuchillo jamonero que temblaba en sus manos.
Alcé las mías, pero sin soltar a mi presa.
-¿No me oíste? ¡Te dije que la soltaras, viejo!
Actué por instinto, solté la cantimplora, reclamando su
atención, saqué de mi costado el revolver y disparé sin miramientos. El impacto
le alcanzó e hizo caer hacia atrás, así que me acerqué con aire triunfal y
apunté a su cabeza. Me miró con ojos de cordero, pero mi pulso sí que no tembló
al pegarle el segundo tiro. El mundo ya no era un lugar para niños ni débiles,
si no era capaz de matar a otro, otro le mataría a él, tal y como acababa de
pasar. Una lección que no podría reflexionar.
Una vez finiquitado el problema, recogí la cantimplora y me
dispuse a beber su dulce miel.
Vacía… como los sueños y esperanzas de la humanidad
agonizante.
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