LITERARTOBER 2021: Bosque

 


Volvía a casa tras una larga jornada talando en el bosque cuando me di cuenta de que me escocía el ojo. Fui al baño a echarme algo de agua y a valorar la situación pero no pude encontrar nada reseñable más allá de un leve enrojecimiento en un borde del ojo.

Descarté que fuese algo grave, nada más que el posible roce de una astilla de madera, por lo que me dispuse a hacer la cena, momento en el cual la sensación cambió a un ardor más que incómodo ¿podría ser que la cebolla tuviese algo de culpa?

Ya para cuando estaba cenando el nivel de molestia era tal que había pasado a ser un profuso dolor, por lo que interrumpí mi tarea a regañadientes y volví a inspeccionar aquello. Mi sorpresa fue mayúscula al ver que mi ojo derecho estaba completamente rojo, pero busqué y busqué y no sabía dar con la causa. Pensé que quizás se tratase de una conjuntivitis que había avanzado demasiado, no era muy amigo de los médicos, así que prefería tratarme por mi cuenta. Usé un colirio, me tapé el ojo con un pañuelo que até a mi cabeza y me dispuse a dormir, nada como un buen descanso para curarlo todo.

Contra todo pronóstico, pude al fin dormir, sin embargo un dolor agudo me despertó en plena pesadilla. De nuevo el ojo y ya en niveles que no me resultaban ni familiares ni normales, por muchas heridas a las que estuviese acostumbrado. Cuando retiré el pañuelo, vi incrédulo cómo un brote salía de la misma zona donde había empezado la rojez ¡Un puñetero brote!

Agarré unas pinzas para sacarlo en lo que yo pensaba que sería un gesto delicado pero, lo que salió con una facilidad inusitada de su sitio fue mi ojo derecho


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