LITERARTOBER 2021: Copa

 


Mis erráticos pasos me llevaron hasta la puerta de mi hogar. No recordaba cómo ni cuando había comenzado mi viaje hacia allí, pero algo me impulsaba a ir. El ambiente estaba más cargado de lo habitual y los motivos cobraron de alguna manera su sentido cuando pude abrir la puerta principal. Nada más entrar había una gran mesa con una foto mía en un marco negro y varios platos a su alrededor en su mayoría vacíos. Entre el pasillo y el salón principal había más mesas similares, que dejaban bastante claro que el lugar había estado medianamente concurrido.

Pude ver cómo mi viuda charlaba animadamente con una íntima amiga suya mientras sostenía en su mano una copa de vino, lo que contrastaba con el panorama general.

-Anda que no habrás trincado bien- le dijo ella.

-Bueno en cuestión de días lo sabré, pero vamos pinta muy bien, nadie sospecha.

¿Sospechar?

-¿Pero el médico no notó nada?

-Nada, así que no habrá problema.

-¿Y cómo lo hiciste?- preguntó con curiosidad.

-Con bastante paciencia, le fui envenenando poquísimo a poquísimo, sino habría cantado. Por supuesto cada día le sentaba algo mal la comida, los médicos pensaban que era alguna especie de intolerancia que estaba desarrollando, pero no daban con nada- se rio antes de esa última afirmación.

De haber podido, habría caído muerto allí mismo. Pensaba que éramos felices, que nos queríamos y teníamos un proyecto de futuro. Era cierto lo que decían las lenguas desconfiadas y es que uno no puede fiarse de los allegados siquiera. Saben cómo llegar a ti y, lo peor de todo, nunca los vas a ver venir.


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