El camino del odio - Katrina



El hogar de uno es lo más sagrado. Tienes que poder tener tu propio sitio, uno donde te sientas en paz, tranquilo y seguro, donde sólo vaya la gente a la que tú permitas entrar y donde los intrusos serán castigados con la muerte.
Lo único que pienso al ver que mi santuario ha sido profanado es en venganza ¡Está todo destrozado! No debe de haber ni un solo objeto entero ¡Qué desastre! ¿Quién será el desgraciado que ha hecho trizas mi remanso de paz? ¡Pagará por esto!
De pronto veo a un cuervo acercarse, está viejo pero huele a cuervo.
-Sé quién ha hecho esto hija, lo he visto todo- me dice.
-Habla anciano – le ordeno airada.
-He visto a unos lobos rondando por aquí, destrozaron tus cosas.
-¡No puede ser, abuelo! Tenemos un trato, yo no piso lo suyo y ellos me dejan vivir en paz en mis tierras.
-Bueno quizás lo hayan roto…- me deja caer.
-¿Para qué? ¿Por diversión?- cuestiono indignada.
-Puede, o quizás para que te marches. Si no tienes hogar, te irás y todo el mundo sabe que los lobos son muy pesados con sus dominios.
Medito las palabras del viejo, no es que no me encaje, todo el mundo sabe lo débiles y cobardes que son que necesitan ir en grupo para sentirse poderosos. Ahí si se crecen y van de chulos ¡Pues conmigo no van a poder! Teníamos un trato, maldita sea ¡No tienen honor alguno! Pienso reunirme con el alfa a aclarar todo este asunto cuanto antes y, si es preciso, usaré los dientes antes que las palabras.














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