El camino del odio - April



Tras la última discusión con mi padre, he decidido que ya está bien ¡Estoy harta de que me mangonee, de que decida por mí y yo no opine en todo esto! Pues a ver con qué cara explica que me he pirado.
Lo de dormir fuera no ha sido tan agradable como pudiese parecer, así que, como soy una chica precavida y sé de los peligros que hay afuera, me he llevado su pistola. No está cargada por supuesto, pero eso sólo lo sé yo.
Lo primero que necesito para “labrarme un futuro” como dice él es pasta, así que mi amiguita me servirá para conseguirlo.
Como aún es temprano, algún comercio habrá por ahí y seguro que el tendero está tan empanado que puedo irme sin problema. Prefiero pasar desapercibida, pero si las cosas se tuercen, tendré que actuar.
En La Plaza de las Magnolias apenas hay movimiento y la verdad es que estoy impaciente por comer algo, así que no debería dejar pasar más tiempo. Entro en “Cuchelandia”, que por cierto vaya birria de nombre, y compruebo que apenas hay gente ¡Perfecto!
Lo mejor en estos casos es ir a una zona apartada del tendero para poder mangar con discreción.
-Ya estás sacando lo que has cogido del bolsillo ¿o te crees que no te vi?- me dice bordemente la dependienta.
Mierda… no me va a quedar otra, ser discreta parece no ser lo mío.
-Dame lo que hay en la caja- le ordeno después de girarme y sacar la pistola.
Su cara y la de la otra clienta son un poema, me invade una sensación de poder que está bastante bien, ningún psicólogo me habló de esto para subir la autoestima.
La señora obedece, es lo que le toca, lo que hace todo el mundo en estos casos para no acabar con un agujero nuevo.
-Te vas a llevar una decepción, pero cerramos la caja ayer- ¡vamos no me jodas! Tiene que ser una broma.
O tengo mala suerte o esta tía me está tomando el pelo para no darme una mierda.
Un rudo muy fuerte y cristales rotos suenan en la calle. No ha podido darle tiempo a la poli de llegar ¡Imposible! ¿Qué mierda ha pasado?
Cuando me doy cuenta, he accionado el gatillo. “Menos mal que no está cargada” pienso, lo que hubiese sido una anécdota curiosa de no ser porque de repente la señora está sangrando en el suelo de la tienda.
¡Mierda, mierda, mierda, mil veces mierda!...
La clienta sale huyendo y yo me quedo clavada en el sitio sin saber qué hacer.
¡La he cagado pero bien!














Creative Commons License
This work is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International License.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Literartober 2023: Necronomicón

Literartober 2023: Cuervo

Acuerdos oscuros - Capítulo 6 (final) - Nueva era