El camino del odio - Karen
Algo que siempre me ha encantado es madrugar los sábados y
aprovechar bien el día, ya sea en una excursión por la naturaleza o tan sólo
para hacer recados, me siento más viva cuando veo que mi tiempo no se
desperdicia.
Hoy tenemos salida familiar con el peque por la montaña,
considero que es algo importante el inculcarle amor y respeto por la
naturaleza, al menos así nos aseguraremos de que en el futuro no será una de
esas personas que allá donde van dejan sus desperdicios.
Pero todo ben viaje que se precie necesita suministros y las
chucherías, a pesar de no ser lo más sano que hay, son todo un vicio para mí.
Para nada me esperaba encontrarme involucrada en un atraco
¿Pero qué edad tiene esta niña? ¿Saben sus padres que tiene un arma? Quiero
creer que esto no está pasando, no sé muy bien qué tengo que hacer o cómo
actuar, pero el miedo a no poder estar ahí para mi pequeño, el no verle crecer,
hace que no mueva un músculo ¡No puedo arriesgarme así, no cuando tengo a
alguien a mi cargo! Yo no soy la importante, pero quiero seguir viva para
garantizar un futuro de amor y cariño a mi niño.
Oigo un estruendo fuera y se me encoge el corazón ¡Mi
familia está ahí!
Sentir el estruendo del disparo me aterra, pero es una
oportunidad para escapar ¡Lo siento! Pero he de encontrar a mi familia y
asegurarme de que están bien.
Según salgo puedo ver con estupefacción el desastre ¡Alguien
ha roto la cristalera de la cafetería “Un café y nos vamos”! ¿Qué está pasando?
¿Por qué hay una mujer en mitad de la plaza mirando hacia allí como si nada?
¡Betty! Por fin les veo, están en el parquecito de la plaza.
Hago el amago de ir hacia ellos, pero algo en mi campo de visión me alerta
¡Alguien se incorpora entre los cristales de la cafetería y empieza a transformarse
en un lobo ante mis narices!

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