Silencio, mi cuento empieza - Porque no puedo vivir sin ti
Desde siempre fui una persona solitaria, pero no hay amigos
en mi vida que lo corroboren, aunque supongo que eso habla por sí solo. Tampoco
he tenido grandes aspiraciones en mi vida, no destacar en mi modesto trabajo y
llegar a fin de mes es más que suficiente para mí. Mi vida era tranquila hasta
que tú llegaste y qué divertido que fue por casualidad.
Te conocí en el autobús al que me subía siempre para sir a
trabajar ¿No es curioso? Llevo años subiéndome al mismo autobús a la misma hora
todos los días desde hace años, sentándome sólo para variar, pero no me
malinterpretes, la soledad no me disgusta. Sin embargo fue sorprendente que una
criatura tan hermosa como tú se atreviese a sentarse junto a mí.
Reconozco que al principio recelé, pensé que se trataba de
una broma cruel, pero admito que bajé un poco la guardia cuando vi que sacaste
un libro de tu bolso ¿te lo puedes creer? ¡Exactamente el mismo libro que leía
yo en ese momento! Me reí interiormente, pero no te dije nada, era una visión
tan perfecta el contemplarte leer que no quería estropearla con mi estúpido
balbuceo, porque nunca puedo hablar fluidamente cuando estoy nervioso.
Al final tu compañía en el autobús resultaba agradable y se
acabó convirtiendo en el mejor momento del día.
Tenía tantas ganas de hablarte… tantas ganas de saber más de
ti… pero nunca me atrevía ¡Soy tan estúpido!
¡Un día te giraste y me hablaste! No me lo podía creer y lo
peor era que casi me pillaste contemplando tu etérea belleza porque ¿sabes?
Eres como una obra de arte.
Fue un momento fugaz y precioso, me preguntaste la hora,
pero no pude contestarte, no estaba preparado para hablar contigo así que te
señalé mi reloj para que la vieras tu misma. Me diste las gracias y seguiste
leyendo ¡Qué idiota fui! ¿Qué pensarías de mí después de eso?
Algunas noches soñaba contigo, soñaba que reunía el valor
suficiente y conseguía hablarte y ¿sabes? Me sonreías y hablábamos durante
horas ¡Era el paraíso! Pero daba por perdidas todas mis esperanzas, creí que no
querrías volver a sentarte nunca más conmigo después de aquello, mas fue
sorprendente comprobar que no eres así, que eres mucho más compasiva que todo
eso y que seguramente comprendiste mi naturaleza tímida. Subiste en tu parada
de siempre y, cuando pensaba que pasarías de largo por aquel inacabable pasillo,
llegaste y te sentaste a mi lado, justo como el día anterior, justo como
siempre.
Me da algo más de vergüenza reconocer esto pero creo que
comencé a enamorarme de ti o quizás ya había caído en la trampa del amor desde
el principio y, tonto de mí, no me había dado cuenta hasta ese momento.
Cada vez que estaba contigo el pulso se me aceleraba y me
sentía vivo como nunca antes me había sentido ¿Cómo es que dabas tanta luz a mi
oscura vida cuando ni siquiera habíamos entablado ni una sola conversación?
Supuse que era algo que nunca averiguaría realmente ya que hay misterios que
nunca llegamos a desentrañar del todo.
Recuerdo la primera vez que te oí cantar, bueno realmente
fue tararear. Era un día lluvioso y tan gris que entristecía el alma y tú
estabas leyendo como siempre cuando el conductor puso la radio. No se qué
emisora era pero maldecí a aquel desgraciado por interrumpir mi momento
perfecto del día con ese ruido insustancial, mas en seguida me sentí agradecido
y abrumado al mismo tiempo ya que reaccionaste de pronto a una canción
totalmente desconocida para mí y comenzaste a tararearla, convirtiéndola de
repente en música celestial para mí. ¿Acaso había algo más hermoso que aquello?
Sinceramente, lo dudaba.
Aquella noche soñé con que cantabas para mí y tu voz era tan
clara y cristalina como el agua más pura que seguro beben los ángeles en el
paraíso. Porque eso eras tú, un ángel caído del cielo, un se tan perfecto que
no debía pertenecer a este mundo. No… de ninguna forma, algo así era imposible.
Nadie salvo un ángel podía traer tanta paz y armonía a mi vida, ahí fue cuando
me di cuenta de que debía ser adicto a ti porque no concebía un mundo sin ti,
no comprendía cómo había logrado sobrevivir en mi penosa vida tanto tiempo sin
tu presencia, sin tu compañía, sin tu voz… esa voz que envidiaba cualquier
mortal. No, definitivamente un mundo sin ti era lo más triste y aterrador que
debía existir. Y pensar que había estado tantos años ciego y ahora por fin veía
la luz…
El día que no te sentaste a mi lado fue más oscuro que el
día lluvioso que tan cálidamente habías iluminado con tu dulce canto, entonces
ibas con una amiga hablando animadamente.
Oh, cómo la odié por robarte de esa manera, por impedirme el
hermosísimo momento de verte leer, por secuestrarla de mi lado tan vilmente. Lo
único bueno que tubo aquel día fue que oí tu risa ¡Qué decir de esa risa! Me quedé
sin palabras, era simplemente perfecta, tú eras perfecta, no me cabía la menor
duda, no eras un ángel, no, definitivamente no lo eras, algo más, debías ser
una diosa que por un cruel error del destino había caído a este mundo pútrido y
malévolo, pero me sentía tan agradecido de haberte encontrado…
No obstante el mundo me volvió a enseñar su cara más fea
cuando desapareciste, sí, durante tres eternos días no subiste al autobús ¿Ya
me habías olvidado acaso? ¿ya me odiabas tanto como para hacerme sufrir así? No
podía creerlo, algo debía haber hecho mal para defraudar a un ser tan maravilloso.
Me quedó claro cuando le vi en el día más frío y cruel de
todos, ibas con un chico que no había visto hasta el momento. No me podía creer
ese revés del destino y te juro que me dolió tanto veros juntos que ya no me
quedaban fuerzas ni ganas para trabajar o hacer cualquier tarea.
¿Por qué? ¿qué te había hecho yo para recibir un desprecio
tan cruel?
Dejé de dormir por las noches, dándole vueltas a aquello y
odiando a ese usurpador cada vez más. ¿Sabías que me había decidido a hablarte?
Pero ya no me quedaban oportunidades cuando te vi con él, eso lo comprendí al
instante.
Mi vida siempre ha sido oscura y dolorosa y tú con tu mera
presencia la habías transformado, pero ¿cómo osaste jugar conmigo de esa
manera? ¿Me salvabas para apuñalarme vilmente? ¿Tanto me odiabas?
No sé qué te empujó a ello, pero comprendo las indirectas y
siento mucho no poder formar parte de tu vida pero ¡oh! La soledad ahora duele
tanto…
Supongo que nunca sabrás ni te importe el por qué te
escribo, pero quería dedicarte mis últimas palabras a ti, a la diosa que me
enseñó los hermosos colores del mundo para arrebatármelos de nuevo.
Supongo que seguirás subiendo al autobús como siempre,
quizás notes mi ausencia y por fin te preguntes qué sucedió con el desgraciado
del asiento contiguo, quiero que sepas que me gustaría seguir contemplando tu
belleza y perfección, pero no puedo hacerlo si hay otro junto a ti, eso es muy
doloroso.
Quizás nunca sepas por qué desaparecí del mapa pero ¿sabes? No
puedo vivir en un mundo oscuro y cruel otra vez, no puedo vivir sin ti.

This work is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International License.
Comentarios
Publicar un comentario