Silencio, mi cuento empieza - Mientras duermes II

Extiendo los brazos, respiro profundamente y me lanzo al vacío desde lo alto. Resulta rara esta sensación, nunca me acabo de acostumbrar, algo en mí me dice que corro peligro, pero justo cuando voy a tocar el suelo aparezco en la oficina, como si fuese la forma más natural de entrar a un sitio así.
El lugar es un cubículo totalmente blanco y muy iluminado, sin ninguna decoración o ventana. Me gusta llamarlo oficina porque hay una enorme mesa blanca, tan limpísima que pasaría desapercibido ente el resto de la habitación de no ser porque siempre hay una recepcionista de largo y liso cabello negro sujeto en una coleta alta que rompe con esa ilusión, a pesar de que también va vestida de un blanco inmaculado.
-Ya tengo la última cuenta, Tiffany, necesito otra – digo refiriéndome a la pulsera
-Muy buen trabajo, Amanda, estamos encantados contigo, la verdad te vamos a echar de menos – esto último lo dijo en un tono menos risueño.
-¿Qué quieres decir? ¿Me vais a despedir? – pregunté indignada
-Bueno, tómatelo como una mera formalidad, tu tiempo aquí terminó – dijo en un tono amable, intentando que la escena fuese lo menos incómoda posible para ambas.
-Pero no comprendo, si tú misma has dicho que estáis contentos conmigo ¿Qué clase de broma es esta?
-Querida haces muy buen trabajo, no me malinterpretes, pero tu tiempo aquí ha finalizado, tu contrato nunca fue indefinido y en ningún momento decidimos renovarte. Ya has reunido treinta pulseras completas, hiciste más que suficiente.
-Pero ¿Y yo qué voy a hacer ahora?
-Seguir con tu vida, hay mucho que retomar.
-¿Cómo que con mi vida?¿Qué vida? No recuerdo nada salvo esto, ésta es mi vida – comenté cada vez más alterada.
Me sentía muy frustrada, engañada de alguna manera, decepcionada y la incertidumbre me daba miedo ¿Qué iba a hacer si no era dar caza a esas horrendas criaturas? Mi vida ya tenía sentido así, ya era lo suficientemente buena, me sentía una heroína sólo con ayudar de esa manera. Pero tener que retomar una vida que no conocía, una de la que no tenía consciencia más que de mi nombre…. No, esa idea no me gustaba nada.
Tiffany se mantenía tranquila en frente mío, como si mi disputa interior le fuese desconocida o, como si no lo fuese pero no la considerase algo grave. Esa mujer siempre me confundía, costaba saber qué estaba pensando y nuestra relación no era más allá de lo profesional, por lo que tampoco la conocía como persona.
-Dime ¿Cómo legaste aquí? – pronunció tranquila
-No lo sé
-¿De dónde viniste?
-Tampoco lo sé
-¿Y qué haces aquí?
-Tampoco tengo respuesta para eso

-Ven conmigo, quiero que veas algo, ya ha llegado la hora de que vuelvas.



Creative Commons License
This work is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International License.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Literartober 2023: Necronomicón

Literartober 2023: Cuervo

Acuerdos oscuros - Capítulo 6 (final) - Nueva era