Súcubo

La verdad es que no soy mucho de salir, pero algo debió de invadirme aquella noche que moría de ganas. Me tomé todo el tiempo del mundo en maquillarme, en disfrutar de cada suave pincelada en mi rostro mientras me iba apoderando de un sentimiento cada vez más y más fuerte. Escogí con delicadeza la ropa, realmente no poseía prendas cortas o ajustadas, pero unos cuantos retoques y el asunto estaba solucionado. Desconocía el motivo, pero me sentía especialmente arrebatadora y quería transmitirlo, que traspasara hasta las paredes. Aquella noche iba a bailar y a beber todo lo que quisiese sin reproche ni remordimiento alguno, ya había pasado años enfrascada en la carrera y en el máster, ya había estado encadenada a los libros sin poder casi disfrutar de un poco de tiempo ¡Me merecía una buena noche!
Llegué a la discoteca y me dispuse a pedir una bebida, no me importaba mucho cual, y bailar como si no hubiese un jodido mañana. Yo sola, no necesitaba ni a mi sombra para dar vueltas y sacudir las caderas.
Estuve un rato a mi bola, hasta en medio de la pista podía darme cuenta de que causaba sensación, hasta unos chicos me señalaban y comentaban cosas entre ellos. Se me acercó uno, se ofreció para acompañarme a bailar y me pareció bien "la pista es libre", le dije. Era gracioso, hablamos un poco, tonteamos y me invitó a una copa "¿por qué no?", pensé.
Unos tragos después me sentí mareada y él se ofreció para acompañarme a que me diese el fresco. Empecé a ver cosas raras, había arañas de luces en el techo y el suelo parecía hecho de agua. Salimos y ahí estaban sus amigos, con caras extrañas.
Todo se movía, acabé en el suelo y juro que lo último que recuerdo es despertarme un poco más despejada en mitad de un charco de sangre enorme. Los cadáveres de los chicos estaban dispersos por el callejón, algunos con parte de su cuerpo fuera de su sitio, mas todo salpicado de sangre. Entonces la ví en el reflejo del escaparate, una súcubo me miraba con las manos y la boca salpicadas de sangre mientras sonreía.

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