Gárgola

La mudanza había sido pesada y muy costosa económicamente, más de lo que se había imaginado, pero había merecido totalmente la pena. Aquello era prácticamente una mansión que un rico venido a menos se había dado prisa en vender. " Ingenuo", pensó "Podría haberme subido mucho más el precio todavía, está claro que no se puede vender a las prisas".
Desde luego si tenía que escoger su lugar favorito de aquella opulenta casa, sería sin duda el jardín y no sólo por las flores aromáticas que había endulzando el ambiente, sino por su atracción principal: una fastuosa gárgola que le había cautivado desde el primer instante. Se la veía casi viva, el artista la había esculpido de tal forma que bien parecía que iba a moverse y levantar el vuelo con sus portentosas alas de un momento a otro.
Pasó el tiempo, muchas tardes en el jardín contemplando a su nuevo amigo, degustando los reflejos que producía el sol en su elegante piedra, como embelesado por una belleza tal que resultaba indescriptible.
Empezó a hablarle, a contarle sus preocupaciones, su mujer lo vio como un comportamiento extraño mas pensó que no le vendría mal desahogarse. Todo se mantuvo en un extraño equilibrio hasta que la gárgola comenzó a hablarle.
No era algo perceptible visualmente ya que nunca se movió ni un ápice, sólo escuchable, pero se abstuvo de comentarlo ya que le tomarían por loco.
Pasaron los días y las largas conversaciones en el jardín, charlaban de esto y aquello, de todo un poco, mas despacio, de forma casi imperceptible para él, su nuevo compañero empezó a darle consejos.
"Que si tu mujer no te entiende, que si tus hijos no te respetan, que así no se podía vivir..." Fue como el agua que socava una roca, poco a poco, gota a gota iba abriéndose camino un discurso más y más subido de tono.
"Tu mujer no te quiere", decía, " tus hijos no te toman en serio", afirmaba, "nadie lo hace en realidad, nadie cree que seas capaz de nada". Esas palabras se agravaron hasta que llegó a darle un extraño consejo: " Deberías acabar con todo, ya que no les importas, ya que tanto te odian, que pagen por su odio, que pagen por lo que te hacen pasar cada día. Creen que no te das cuenta de que se ríen a tus espaldas, creen que no te afectan sus burlas. No deberías consentir eso en tu propia casa"
Poco a poco, gota a gota, el vaso se llenó y su contenido lo rebasó. Poco a poco, paso a paso las ideas fueron calando, aquello que parecía de locos ahora tenía sentido y, para cuando se quiso dar cuenta, tenía un hacha en la mano y lis cadáveres de su familia dispersados por el suelo en un charco de sangre.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Literartober 2023: Necronomicón

Literartober 2023: Cuervo

Acuerdos oscuros - Capítulo 6 (final) - Nueva era