Cuando llega el cambio - Capítulo 26
Allan y Fran me
acompañaron hasta la puerta de casa, por supuesto volví a recuperar mi vestido
y devolver las prendas a su propietario para no armar más escándalo ni levantar
sospechas. Para cuando llegué a las puertas de casa, el sol quería empezar a
iluminar el cielo, de forma discreta, aún casi imperceptible pero ahí estaba…
Confié en poder usar mi
llave sin causar un alboroto y pasar desapercibida entre las sombras que aún
moraban la madrugada, mas apenas crucé la puerta, descubrí a mi padre al otro
lado ¿Era posible que ni se hubiese acostado? Su expresión cansada parecía
decir que sí.
Mi intención de emitir
un saludo con el hilo de voz que pudiese llegar a entonar se vio frustrada por
un súbito golpe en mi mejilla, la más cercana a él, que me hizo volver la cara
a un lado.
¿Mi querido padre
pegándome? No salía de mi asombro.
Volví mi cara hacia él
con expresión de sorpresa, decepción e incredulidad y mis ojos anegados en su
propio mar para que viese el resultado de lo que había producido y me diese
explicaciones.
-¡Eres una
inconsciente!- me reclamó con enojo y la cara enrojecida.- Sabes cómo está la
situación en casa y desapareces en mitad de la noche durante tantas horas.
-Fui a ver a la abuela-
me atreví a mentir.
-¡Embustera! ¿Te crees
que soy estúpido? Yo he ido a casa de los Gretz y yo he ido a casa de tu abuela
a buscarte porque tardabas demasiado- me espetó poniendo fuerza en el “yo”.-
¿Se puede saber dónde has estado?- más que una pregunta, estaba exigiendo esa
información.- ¡Y no me mientas esta vez!
Bajé la cabeza al
sentirme acorralada, supuse que aquello era nuevo para nosotros ya que era toda
una sorpresa para mí que él me golpeara y debía de ser toda una novedad para él
que yo le hubiese mentido.
-No me esquives,
jovencita ¿Sabes lo preocupados que hemos estado por aquí? No aparecías, no te
encontrábamos y estando tu madre como está… ¡No tienes consciencia alguna!- me
acusó- ¿Te haces una sola idea de la confusión? ¿Del temor a perderte a ti
también?
Aquello fue como un
chispazo. A pesar de la reprimenda que estaba soportando, podía comprenderlo,
debía de haber pasado mucho miedo en el rato que estuve desaparecida.
-Lo siento, padre-
musité con cataratas que emanaban de mis ojos.
-No me digas que lo
sientes ¡Dime dónde has estado! ¿Por qué no fuiste a casa de tu abuela como me
dijiste que harías?
-Porque no iba a servir
de nada y no quería perder más tiempo, quería ayudar a madre- me excusé.
-¡¿Y cómo esperabas
ayudarla poniéndote en peligro?!- cuestionó con frustración.
-Madre merece la pena
ese riesgo ¿Tú no lo habrías intentado?
Se quedó un instante
mirándome en silencio y por fin suspiró, quizás porque no quería decir en voz
alta que así era para no contradecir su discurso de padre preocupado.
-Quiero que me lo
cuentes todo, ya basta de engaños y de ocultarme cosas- empezó a decir algo más
tranquilo pero aún serio.- Estás metida en algo gordo y por muy buenas
intenciones que tengas, has corrido un alto riesgo esta noche- su voz seguía
sonando firme.
Suspiré también. Supuse
que había concordado con la deducción de abuela en que se habían tomado
demasiadas molestias conmigo como para tratarse de un asunto banal.
-Hoy fui a la residencia
de Francisco y Astrid para intentar robar un diario que sirve de evidencia de
que no estamos solos…
-¿Cómo?- me interrumpió
mi padre, cuestionando en parte por no entender y en parte por incredulidad
ante lo que acababa de confesarle.
-La vez que estuve en
esa casa, Astrid me confesó que había descubierto un oscuro secreto de
Francisco y probablemente de nuestro gobierno- aquello le sorprendió y
enmudeció así que lo interpreté como una invitación a que prosiguiese.- En esa
morada hay un pasadizo secreto en la oficina de Francisco, dicho pasaje lleva a
una habitación con todo lo que parecen ser trofeos de caza… Sólo que no es de
ningún animal conocido y hay rasgos humanoides en las partes amputadas que hay
adornando la habitación.
Seguía sin hablar,
quizás por no tener nada que decir, quizás por no saber cómo reaccionar.
-En esa misma
habitación- seguí no obstante, ya puestos a explicar, explicarlo todo- hay
guardado un diario con dibujos de distintas criaturas y sus características,
debilidades y el modo de matarlos- finalicé.
-¿Y pensabas que al
traerlo contigo…?- empezó a preguntar pausadamente, como intentando averiguar
mis intenciones.
-Serviría o bien para
quitarles reputación y credibilidad a ellos y así recobrar la nuestra, o bien
para chantajear a Francisco y recuperar nuestro prestigio de todas formas. La
conclusión era salvar a madre una vez logrado ya que por fin tendría una
atención médica. A parte quería también el diario para intentar averiguar qué
hay cerca de La ciudad del final que hace que la gente desaparezca- concluí
finalmente.
Le llevó un momento
procesar aquello, a veces parecía que iba a decirme algo mas volvía a callarse,
como considerando si era lo que debía decir realmente.
Comprendía perfectamente
su estupefacción y confusión, la había vivido yo misma no hacía mucho, no es
fácil asimilar que toda tu vida ha sido un engaño.
-Por lo que dedujimos
tanto Astrid como yo es que, bien sean buenas o no esas criaturas masacradas,
lo que es innegable es que nos ocultan información y manipulan, parece que hay
una cúspide social que va y viene fuera de la ciudad y es para cazar, no para
tratos comerciales con el exterior. Padre empezó a frotarse las sienes con los
dedos haciendo círculos, como intentando pensar.
-Pero cariño ¿no te das
cuenta de que ese cuaderno no es garantía de nada?- por fin dijo.
-No te comprendo.
-Imagina que saliese a
la luz todo lo que hay dentro ¿Cómo pensabas demostrar que es algo real? Puede
ser un recopilatorio muy imaginativo de distintas criaturas inventadas. Es más,
podrían acusarte de ser un invento tuyo para desacreditar a personas
respetables, cosa que podría tomarse como una venganza personal y encaja
perfectamente con la sucesión de acontecimientos ¿No te das cuenta?
Lo medité por un momento
y ciertamente no me parecía descabellado, era tan retorcido como Francisco.
-Ante el miedo,
cualquiera busca la justificación que haga que su mundo siga siendo seguro,
algo que pueda aceptar- me explicó.- Si es verdad todo lo que dices, cundiría
el caos, nadie sabría a qué atenerse. Todo lo que nos han enseñado, todas las
normas, todo… Absolutamente todo lo que damos por cierto estaría en duda, eso
desequilibra a cualquiera. La gente preferiría no creer incluso si ve la
verdad, la negarán con tal de vivir en el mundo seguro y apacible que creían.
-¿Qué mundo seguro y
apacible? Estamos encerrados y controlados, sometidos a leyes absurdas que nos
limitan para que no pongamos en duda el asqueroso sistema que hay montado- dije
indignada.- Cuanto más conozco a las personas y este sistema social repugnante,
más veo que aquí cada uno va por su propio interés a pesar de que eso implique
pisar a otros- casi escupí con rabia e indignación.
-Cada uno lucha por
sobrevivir en este lado de la ciudad. Cada día es una batalla por el prestigio
que demuestre que eres merecedor de este lado del muro. La gente ya ha dejado
de pensar por sí misma porque no es seguro, procuran no ir más allá de lo que
está permitido, procuran no desentonar, no parecer alborotadores. Mira cuáles
son las consecuencias de simples acusaciones infundadas- explicó haciendo
referencia con esto último a nuestra situación actual.- Nadie quiere tener nada
que ver con otro de moral cuestionable porque sabe que eso le pone en riesgo de
quedarse al otro lado del muro también, desterrado e indefenso.
-Padre, la gente en La
ciudad del final se apoya, están unidos, aquí parecemos ir unos contra otros si
eso garantiza nuestra propia seguridad e intereses ¿No crees que no habrá gente
desterrada que haga lo mismo? Quizás haya agrupaciones de gente que trabaje en
conjunto.
-Puede, pero eso no
quita para que aquí piensen que afuera hay peligros. Al final el gobierno nos
ha puesto las cosas de forma que no podamos salir por nuestro propio pie y nos
ha metido miedo para que no deseemos salir de estos muros, de que nos sintamos
privilegiados por estar aquí y peleemos por permanecer. No sabemos que estamos
encerrados o no queremos verlo.
-Lo sé, por eso quería
también que saliese a la luz, pero no va a ser posible y ahora han apresado a
Edmund- musité avergonzada y con lágrimas en los ojos.
-¿Cómo que apresado?-
cuestionó con incredulidad.
-Fuimos a recuperar el
cuaderno esta noche, pero me equivoqué de palanca y quedó atrapado, tuvimos que
huir…- tapé mis ojos con mis manos, había llorado tanto que se habían
convertido en dos desiertos resecos y sólo querían estar cerrados y descansar.
-La resistencia sabe cómo
sacar a su gente del calabozo- comentó para tranquilizarme.- En lo que tarden
en juzgarle, se lo habrán llevado. Aunque después de eso, le convendría
ocultarse, no va a poder seguir viniendo a trabajar, será un prófugo.
Quise creerle, si tan
seguros estaban él, Allan y Fran por algo sería.
-Ahora prométeme que vas
a dejar de hacer locuras y que vas a intentar hablar con tu abuela como
acordamos.
-Pero no va a funcionar,
padre- me quejé deseando no perder más tiempo ahí, tiempo que no teníamos.
-Más vale que lo haga
porque es nuestra única opción- comentó abatido, l que me dejó una pista clara
del resultado de su visita a la mansión de los Gretz.
-¿No fue bien tu reunión
con el padre de Charles?- me contestó negando con la cabeza con abatimiento.
-Sólo moverán un dedo si
accedes a casarte con él.
-¿Y si simplemente acepto?-
pregunté yo también abatida.
-Cariño, nadie debería
sacrificarse así. Estarás ligada a él de por vida, perderás tu libertad al lado
de un rico pretencioso al que no amas ¿Es ese el futuro que deseas, mi
pajarillo? No estás hecha para una jaula.
-Lo sé… Pero no quiero
que madre muera- musité con voz quebrada.
-Ninguno queremos eso y
estamos haciendo todo lo posible. Al menos ve a hablar con tu abuela a ver si
ablandas ese corazón de piedra que tiene. El matrimonio no es una solución a
los problemas y menos si sólo es una demostración de poder de alguien
caprichoso.
-Está bien padre, hablaré
con la abuela- asentí, esta vez de verdad, a lo que mi padre sonrió y me besó
la frente.

This work is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International License.
Comentarios
Publicar un comentario