Las cartas perdidas de Ezrah - Capítulo 2
Estaba sumergida en un océano
enorme en el que había multitud de estrellas y peces. No tenía piernas, en su
lugar, una radiante cola de sirena.
La paz y la tranquilidad se
apoderaron de ella, se sentía tan libre, tan liviana, tan... feliz esa
sensación era abrumadoramente alegre, hacía tanto que no se sentía tan bien...
Saludó a todos y cada uno de los
peces con los que se encontró, nadó y nadó de un lado para otro y deseó
quedarse ahí para siempre.
Entonces llegó a un lugar con
ruinas, era un sitio realmente triste, un montón de escombros de alguna
civilización de sirenas ahora era lo único que quedaba y, antes de poder verlas
mejor, su felicidad desapareció por completo al percatarse de que hacía un rato
que ya no había visto peces, además, ahí ya no había estrellas, era todo
tan...siniestro...
Siguió avanzando, nadando
lentamente entre aquellos restos, esperando encontrar algo de vida en ellas.
Para su sorpresa, sintió fuertes
ondulaciones en el agua, de pronto todo se agitaba y las ruinas amenazaban con
caérsele encima.
Nadó y nadó todo lo rápido que
pudo pero el agua estaba desapareciendo por una inmensa grieta del suelo
oceánico. Una arrolladora corriente amenazaba con arrastrarla hasta el abismo.
Intentó resistirse pero fue inútil, poco a poco y cada vez con más fuerza se
vio más cerca de la perdición. Agarró como pudo el borde rocoso de ese bucle
infernal que ansiaba devorarla, pero era inútil, todo esfuerzo parecía no dar
resultado.
Pudo ver entonces con
desesperación cómo se le resbalaron las manos.
-¡Despierta de una vez!- oyó
entonces a una impaciente Sheryll que la zarandeaba de un lado a otro
-¿Eh?- articuló atontada.
-¿Cómo que "eh"? Que
despiertes, que nos vamos.
-¿Por qué?
-¿Cómo que por qué? ¿Cuánto
piensas dormir? es de noche ya.
-¿De noche? ¿Pero cuánto llevo
durmiendo?- no salía de su sorpresa, su letargo le había parecido mucho más
corto.
-Cuando te despertaste ayer era
de día.
-O sea que pasé inconsciente
desde el ataque...
-Toda la noche y media mañana,
si, venga, ahora muévete, ya te quité las plantas medicinales de encima, así
que andando- le instó con premura.
-Vale, vale.
Avanzaron sigilosamente
deslizándose entre las pequeñas grietas de la estrecha y húmeda gruta. El roce de
las piedras en la piel era verdaderamente helador, pero eso hizo que su mano
izquierda terminara de aliviarse, ese tipo de heridas resultaban de lo peor,
eran demasiado persistentes.
Era extraño caminar entre tanta
oscuridad, teniendo que palpar cada milímetro, pero cada vez se aproximaban más
a la deseada salida y unos pocos rayos de luna empezaron a invadir la rocosa
estancia.
-Al fin fuera- dijo Sheryll
estirándose.
Entonces pudo verla bien, era
algo más alta que ella con unos hermosos cabellos dorados que con los destellos
de la Luna, parecían de plata, dándole un místico brillo. Serían más o menos de
la misma edad, o quizás era Sheryll algo más joven, sus rasgos eran
arrebatadoramente femeninos, unos labios finitos, una nariz puntiaguda y unos
ojos con mirada arrolladora decoraban su rostro, mas éstos relucían más de lo
esperado con un ligero tono rojo sangre.
Su piel era verdaderamente
pálida, la cual resaltaba sobremanera con aquella tenue luz lunar. Sus uñas y
labios estaban pintados de un negro sublime.
Vestía completamente de negro,
con una camiseta sin mangas que envolvía su cuello y estaba abierta por detrás
y unida por distintos hilos entrelazados. En los brazos llevaba, como si fuese
la continuación de su camiseta, dos mangas abiertas por el dorso y también
unidas por hilos negros entrelazados. Todo indicaba que para nada residía cerca
de allí ya que no era un atuendo típico.
Su pantalón también era oscuro
como la noche y se ceñía a su cuerpo marcando su silueta; como adorno añadido
llevaba un cinturón con detalles plateados.
De su cuello, como si fuese la
guinda de un magnífico pastel, colgaba una cruz plateada.
-Se echaba de menos la luz de la
Luna ¿no te parece? - dijo Sheryll abriendo sus brazos y elevando la cabeza con
los ojos cerrados hacia la Luna, como recibiendo su energía.
-Sí- dijo escasamente Lyssana.
-¿No tienes hambre? han pasado
muchas horas.
-Sí, bastante.
-Entonces ¿te parece que busquemos
el pueblo más cercano? Vi una aldea no muy lejos de aquí. Puedo guiarte.
-No creo que sea buena idea-
respondió evaluando la situación mentalmente.
-¿Cuál es el problema?-preguntó
la chica con curiosidad y sin comprender.
Se le ocurrieron miles de
argumentos, pero prefirió mantener la boca cerrada.
-Digamos que no voy a ser
bienvenida y posiblemente tú tampoco- eso dijo, pero también podrían ignorar
los ojos rojos de ésta, quizás sus miradas fuesen en otra dirección.
-Creo que estás anticipando
acontecimientos, realmente no conoces a los habitantes de ese lugar, igual es
gente amistosa, pero no lo podrás comprobar si no te arriesgas. Además, a una
mala somos dos, seguro que pateamos traseros si es necesario- concluyó su
argumento guiñando un ojo, divertida.
-De acuerdo- aceptó, después de
meditarlo unos instantes y sin estar realmente convencida, pero ¿Quién sabía? Igual
encontraba aldeanos amistosos.
Sheryll esbozó una cálida sonrisa
ante su respuesta.
Comenzaron entonces su marcha por
el bosque en dirección noroeste, en principio iban calladas, pero de nuevo
Sheryll no dejó que durase mucho.
-Bueno y ¿qué hacías por aquí? a
parte de huir y todo eso.
-¿Por qué quieres saberlo?-
preguntó desconfiada. Daba igual lo que hubiese pasado, no estaba dispuesta a
fiarse de nadie tan deprisa, si aún seguía con ella era porque le podía la
curiosidad.
-En serio ¿tratas así a todo el
que se te acerca?
-Preferentemente sí, porque son
tipos como el que me perseguía anoche- dijo en un tono cortante.
-¿Tan atractiva les pareces a
todos?- dijo burlona.
-No es por eso.
-Ah... ya entiendo, eres una
fugitiva- canturreó entusiasmada- ¿Qué hiciste? ¿Robaste? ¿Mataste?
Su sonrisa pícara la hacía pensar
que para ella no era más que un juego y, como mínimo, que se divertía con el
acertijo, no obstante no tendía a bajar la guardia, después de todo no se
conocían.
-Este jueguecito de preguntas ha dejado de gustarme- dijo
tajantemente.
-¿En serio? pensaba que nunca te
había gustado- comentó con sorna.
Entonces Lyssana le lanzó una
mirada cortante, dándole a entender que estaba molesta para que cesara en aquel
divertimento que la estaba poniendo más alerta aún.
-Bueno, bueno, tranquila no te
alteres, tómatelo como un intercambio de información- dijo pretendiendo ser
amistosa.
-La información en malas manos es
peligrosa, no te conozco así que no quiero hablarte de mí, todos los datos que
tengas puedes aprovecharlos en mi contra.
-¿De verdad aún sigues a la
defensiva? explícame entonces por qué me hubiese molestado en protegerte.
-No lo sé, por eso sigo aquí.
-Ah, entonces es por mera
curiosidad, me estaba intrigando a mí también por qué te quedaste conmigo si
tanto miedo me tienes- dijo burlona.
-Que te quede claro, yo no te
tengo miedo- comentó molesta.
-Ese es un buen comienzo ¿sabes?
me alegro de que no me temas- dijo sonriendo, parecía que no era simple
cortesía.
-¿Por qué debería temerte?
-Ah no, no pienso soltar
información, no sé nada de ti así que no sabrás nada de mí, así estamos en paz
¿no te parece?
-Como quieras- dijo encogiéndose
de hombros.
-Espera, no es por ahí, te estás
desviando.
-Hay una cosa que debo hacer-
dijo solamente.
-¿Tienes que hacer tus
necesidades? ¿No puedes aguantar hasta llegar al pueblo?
-No es eso.
Entonces Sheryll pudo ver cómo
Lyssana iba hasta un árbol que no estaba muy lejos, el cual tenía una flecha
clavada profundamente. El susodicho se veía realmente muy mal, a pesar de la
oscuridad Sheryll sí podía apreciarlo.
-No mires.
-¿Qué vas a hacer?- preguntó
curiosa.
-No es asunto tuyo- comentó
monocorde.
-Mira que eres borde, si total
está oscuro, casi no puedo verte- mintió, ella veía mejor que si fuese un día
radiante.
-Simplemente gírate.
-De acuerdo, de acuerdo- dijo
volteándose mientras se encogía de hombros.
Entonces Lyssana dejó posar su
mano derecha con suavidad en la seca y mustia corteza mientras que con la mano
izquierda agarró la flecha e intentó con todas sus fuerzas sacarla, pero antes
de que pudiese moverla un calambrazo de dolor la recorrió por completo y la
hizo gritar.
-¿Estás bien?- preguntó Sheryll
alarmada mientras se daba bruscamente la vuelta.
-No es nada de lo que no pueda
recuperarme- dijo Lyssana agarrándose el brazo izquierdo y doblada sobre sí
misma- ¿puedo pedirte un favor importante?
-Ah, pedirme favores sí pero de
hablar de ti nada de nada- se mofó, de alguna forma le irritaba, parecía que no
se tomara nada en serio después de a lo que habían estado expuestas.
-Déjalo, no pasa nada.
-No, a ver sólo bromeaba, eres
muy susceptible-dijo mientras se acercaba pausadamente-¿Qué necesitas?
-¿Podrías por favor sacar la
flecha de este árbol? te pagaré como compensación.
-¿Qué dices? No será necesario,
sólo bromeaba, de veras.
Agarró entonces la saeta y tiró
de ella firmemente, ésta no tardó en ceder, saliendo por fin de entre la
corteza, no sin antes hacer caer algún trozo.
-¿Y éste era el gran misterio?
Vaya, deberías comer mejor, no me ha costado nada sacarla- comentó jugueteando
con el utensilio adquirido, haciéndolo girar entre los dedos.
-La fuerza no tiene nada que ver,
pero gracias ¿Cuánto quieres?
-¿Cuánto qué?
-Dinero.
-Bueno- dijo prolongadamente
mientras se estiraba-si tanto insistes en una compensación, quiero ver qué ibas
a hacer- dijo con una sonrisa.
Lyssana la miró inquisitivamente
y bastante molesta, lo que no sabía era cómo se había dado cuenta de que no era
todo el hecho de sacar la flecha.
-De acuerdo- dijo tras suspirar-
pero más te vale no hablar de esto con nadie- amenazó.
-Tranquila, no saldrá de aquí,
quedará entre tú, yo y el árbol y creo que él no es muy parlanchín- dijo
guiñando un ojo.
-Bien- dijo escuetamente.
Posó de nuevo cuidadosamente su
mano sobre la corteza, esta vez justo en el lugar donde segundos antes había
estado la flecha, cerró entonces sus ojos y su mano comenzó a iluminarse muy
tenuemente. Sheryll miró en principio con curiosidad y después con asombro. El
árbol parecía tener ligeramente un mejor aspecto, pero era apenas perceptible,
poco después Lyssana finalizó el proceso con un suspiro.
-Menos mal- dijo casi
inaudiblemente- un poco más y no podría salvarlo.
-¿Tan importante es este árbol
para ti?
-Recibió un flechazo con un
veneno muy potente, no podía dejarle morir, aún menos por mi culpa.
-La culpa fue del que disparó, no
tuya.
-Pero yo era el objetivo, él era
inocente, una vida siempre es importante, da igual de quién o qué.
-Vaya, eres realmente
impresionante.
-¿Por esto? simplemente que casi
todos hayan olvidado el valor y la importancia de la vida no significa que yo
deba seguir sus ideales.
-Doblemente impresionante quizás
debería decir, pero me alegra saber que no eres tan borde como aparentas- dijo
con una sonrisa pícara, dejando ver que no la engañaba.
-Como tú, tengo mis motivos para
hacer lo que hago, no pretendo que lo entiendas.
-No te engañes, no conoceré los
motivos, pero sí entiendo la lógica de tus acciones- dijo con media sonrisa.
-No hables así de mí, no me
conoces- comentó bruscamente.
-Creo que va a ser mejor cambiar
de conversación camino al pueblo ¿A ti que te apetece comer? ese es un buen
tema, la comida siempre es un buen tema- dijo mientras retomaban la marcha.
-Prefiero mantenerme en silencio,
gracias- dijo aún molesta por el anterior comentario.
-Deja de estar a la defensiva
conmigo, te ayudé ya dos veces, ¿no puedes relajarte un poco? ¿Tan difícil es
tu situación?
-No te haces idea- a pesar de que
deseaba sonar tajante, su voz fue quebrada ligeramente por la tristeza.
-¿Sabes? no es bueno estar tan
solo, si actúas así, solo alejarás a los demás de tu lado, y estar solo es muy
triste- dijo entre melancólica y enigmática.
-Lo sé, pero es lo mejor.
Entonces y sólo entonces Sheryll
sí dejó que fluyese el silencio, considerándolo una buena opción; podría ser
que Lyssana solamente necesitase estar a solas con sus pensamientos.
Pasó una aproximada media hora
simplemente de muda ausencia mutua y entonces encontraron el anunciado lugar.
-Parece que hemos llegado- dijo
Sheryll en un tono ligeramente animado.
-Y ésa aparenta ser la única
taberna del lugar- dijo Lyssana señalando una pequeña casita en la que se leía
perfectamente "Taberna".
-Al final más que un pueblo es
una triste aldea.
-¿Esperabas otra cosa?-
cuestionó.
-No, pero las aldeas no se me
hacen tan interesantes, pero al menos no llamaremos mucho la atención- se
encogió de hombros.
-Más bien todo lo contrario.
-¿Por qué?
-En los pueblos todo el mundo
tiende a conocerse ya que llevan años conviviendo juntos, pero en las aldeas
aún más ya que no vive casi nadie, vamos a destacar bastante.
-Bueno, siempre podemos comer e
irnos.
-Quizás sea lo mejor- dijo
mirando con desconfianza a todos con los que se cruzaban, los cuales se las
quedaban mirando fijamente.
-Desde luego, ni se molestan en
disimular- susurró una incómoda Sheryll a su compañera de viaje.
-Somos las extrañas, no nos
conocen, suponemos una amenaza, no buscan ser educados- explicó tan tranquila
que parecía estar acostumbrada.
-Curioso que lo digas tan
relajada- dijo con cierta sorpresa mientras empujaba la puerta de la taberna y
eran escrutadas por más ojos recelosos.
Recién entraron, aparte de
recibir más miradas ofensivas, escogieron la primera mesa libre que encontraron
y se sentaron la una junto a la otra, esperando al tabernero. Éste no tardó
mucho en legar hasta las recién llegadas.
-¿Qué desean dulces señoritas?-
preguntó con amabilidad.
-Yo con una copita de vino tengo
suficiente ¿tú qué quieres?- dijo Sheryll.
Lyssana se sorprendió un poco
ante esta afirmación, sin embargo hizo como si no se inmutase.
-Yo quisiera algo de cordero si
puede ser.
-Marchando- dijo el tabernero y
se marchó hasta donde la cocinera.
En toda la estancia no había
aldeano que no las mirase de soslayo o fijamente, lo cual cada vez se hacía más
incómodo, al menos para Sheryll, que se empezaba a poner tensa.
El ambiente era tan frío que
parecían estar en la montaña más alta, bajo la caída de la nieve y sin ningún
amparo o abrigo. Los parroquianos no les apartaban la mirada, en ocasiones
molesta, en otras asustada, pero era más común la primera.
La chica rubia no se había visto en una
situación así, quizás por ser la primera vez en entrar a una aldea, por otro
lado quien le acompañaba parecía mantener la calma, no obstante la susodicha se
sentía rodeada de depredadores.
-Esto no me gusta, aparte de
grosero es inquietante- dijo entonces a su compañera.
-No hables tan alto- le instó
ésta disimuladamente en un susurro- el tabernero está haciendo como que limpia
la mesa de atrás nuestro para escuchar la conversación.
-¿En serio? esto ya es el colmo-
susurró entonces.
-Lo sé pero...
No había acabado de hablar cuando
fueron interrumpidas por un borracho que se acercaba tambaleándose hasta ellas.
-Yo sé lo que eres, tú no eres
como nosotros- le dijo apuntando con un dedo acusador a Sheryll- tú eres una
maldita, una sanguijuela tenebrosa.
Ante esto los lugareños se incorporaron
de sus asientos bruscamente, más a la defensiva si es que era realmente
posible.
-No sé de qué me está hablando
caballero, sólo somos extranjeras, nada más- contestó intentando parecer serena
y amistosa a la par que se esmeraba en resultar inocente.
-Sí, sois forasteras, sí ¡pero
del infierno! ¡De ahí es de donde procedéis!
-Yo creo que ya ha bebido
bastante señor, no sabe lo que dice- contestó ella acompañándolo de una sonrisa
en vista de que los lugareños tenían una actitud cada vez más hostil.
-Sé muy bien lo que digo, bruja
¡¿qué digo bruja?! ¡Tú eres una maldita vampira! una endemoniada- gritó
entonces bastante alterado.
Como respuesta, los aldeanos
cogieron sus hoces y armas y las apuntaron contra ellas.
-Creo que es hora de irse- dijo
entonces tranquilamente Lyssana mientras se levantaba, gesto ante el cual, un
aldeano se asustó y disparó su ballesta hacia su frente.
La flecha surcaba el aire
velozmente, pero de pronto paró en seco antes de siquiera tocarla y se mantuvo
ahí, flotante, como esperando la continuación de su cometido.
-Lo sabía, tú tampoco eres
normal- dijo entonces el borracho con otro dedo acusador- es otra malnacida,
no, ella es peor ¡tú aún eres más peligrosa que esa tenebrosa!
Sheryll estaba completamente
sorprendida, se había sobresaltado con la flecha pero su estatismo la dejó aún
más perpleja y, la frase del borracho parecía bastante acertada, mas la
tranquilidad de Lyssana rompía con toda la escena ¿tan segura de sí misma
estaba?
-Vámonos- le dijo a Sheryll
suavemente mientras dejaba caer la levitante flecha.
-¡No, no os iréis! ¡Por nuestra
honra que moriréis aquí, engendros!- amenazó otro aldeano, interponiéndose
entre ellas y la puerta.
-No es necesario derramar sangre,
no tenemos malas intenciones, sólo buscábamos comida, ya que no es de agrado
nuestra presencia, nos iremos pacíficamente- contestó Lyssana sin alterarse ni
un ápice.
-¡Me da igual! ¡Sois oscuras!,
¡unas malnacidas!, no dejamos vivir a los engendros aquí, les damos caza.
-Entiendo - dijo cerrando los
ojos - una pena.
Cuando los aldeanos ya iban a
saltar sobre ellas, una onda invisible alteró el ambiente, arrolladora,
implacable, invencible y todos, uno a uno, comenzaron misteriosamente a
abalanzarse unos contra otros en vez de a ellas.
-Esto bastará por más o menos un
minuto, mejor vámonos- dijo tranquila pero algo melancólica mientras avanzaba
hacia la salida.
-S...si- dijo escasamente Sheryll
volviendo de su asombro y siguiéndola con premura.
Una vez salieron encontraron la
aldea vacía, seguramente el resto prefirió, ante la amenaza, esconderse en sus
hogares, eso les daba ventaja a pesar de todo.
-Mejor viajemos en un medio de
transporte- propuso Sheryll mientras hacía mención de subirse a un carromato
que tenía algunos pequeños bultos en su parte trasera, seguramente de
mercancía.
-Eso es robar- protestó Lyssana.
-Dijiste que duraría un minuto,
no sé exactamente qué les has hecho...
-He creado una ilusión, creen que
somos nosotras en vez de ellos mismos a quien atacan, pero no tardarán en
percatarse del cambiazo.
-Como sea, cuando se den cuenta
van a estar furiosos y van a buscar nuestras cabezas, no vamos a poder huir si
no, es un asunto grave, la moral ahora mismo no la contemplo ¿vienes?- dijo ya
con las riendas en la mano.
Lyssana debatió unos segundos en
su cabeza y al final aceptó la propuesta, era inapropiado y ese tipo de
acciones no iban con ella, pero podía solucionar ese entuerto si llevaba
después de vuelta al caballo.
Ya subidas las dos en el
carromato, partieron rumbo a lo desconocido con la resplandeciente luna
observando desde lo alto del imponente cielo nocturno.
Hicieron cabalgar velozmente al
caballo que tiraba de su transporte recién adquirido, para esquivar a los
furibundos lugareños lo antes posible. Lyssana viajaba fastidiada por el robo y
la situación vivida momentos atrás, mas al menos sentía alivio por haber
escapado bien del problema.
Sheryll por otro lado estaba
bastante molesta con el comportamiento de aquellos residentes del lugar, pero
quizás la emoción del robo aplacaba un poco ese sentimiento.
-¿Es verdad eso que dijo el
borracho?- cuestionó entonces Lyssana con bastante curiosidad hacia su
compañera.
-Creí que era bastante evidente-
dijo Sheryll sin mirarla, simplemente encogiéndose de hombros.
-Nunca había visto a ninguno, obviamente
no tenía por qué saberlo- respondió un poco a la defensiva.
-Bueno pues ya lo sabes,
obviamente no me voy a presentar así, estilo "Ey, soy Sheryll, soy
vampira, mucho gusto".
-¿Y por qué no?
-Estamos bastante vetados en el
mundo humano, como recién comprobaste.
-Pero entre vosotros habrá con
quien te lleves bien ¿no?
-Eso ni me lo menciones- dijo
tajantemente, aparentaba molestia ante tal comentario.
-¿Qué tiene? ¿Vais por libre
entonces?
-No, yo voy por libre, no quiero
saber nada con los vampiros, ni con su mundo, ni con sus costumbres ni nada,
así que por favor no vuelvas a preguntarme- dijo solemne, cortando la
conversación.
-De acuerdo.
-Bueno, ya tienes información
acerca de mí ¿ahora vas a hablar? un trato es un trato- dijo cambiando la
expresión a una más afable.
-No recuerdo haber hecho ningún
trato.
-¡Venga ya! ya sé que no eres
humana ¿qué tienes que esconder? somos dos raritas, ¿qué hay con eso?
-No somos raras, el hecho de no
ser humanas no nos convierte en raras, ni en malnacidas ni en todo lo que nos
dijeron, esas si son atrocidades; el no aceptar a quien no es igual que tú, el
desear que muera sólo porque no es como tú, porque no piensa igual, porque es
diferente... eso sí es una atrocidad.
-Me dejas sin palabras- dijo con
asombro.
-Eso es una sorpresa- comentó
tranquilamente a modo de una tímida burla.
-Pero me llama la atención que me
incluyeses en lo que dijiste, eso es que simpatizas conmigo ¿eh?- dijo con
cierto aire de suficiencia y en tono de mofa.
-Si insistes.
-Oh, venga, reconozco que no
empezamos con buen pie, luego poco a poco parece que hemos mejorado un poco
nuestra extraña relación pero oye, somos compañeras de viaje después de todo,
bien por curiosidad o lo que sea, la cosa es que aquí estamos ¿no nos podemos
llevar un poco mejor?
-Agradezco tus buenas
intenciones, pareces realmente sincera, pero no tardaré en volver a irme por mi
cuenta.
-¡¿Y eso por qué?!
-Porque es lo mejor.
Sus palabras eran solemnes, pero
ciertamente Sheryll notó que desprendía cierta melancolía, verdaderamente
resultaba una decisión forzada, pero ¿por qué?
Entonces algo la sobresaltó, algo
la hizo detener tan súbitamente el carromato que hasta el caballo se alteró y
Lyssana no fue menos.
-¿Por qué te detienes?- preguntó
algo sobrecogida.
-Percibo algo- susurró.
-¿El qué?- respondió con otro
susurro.
-No estoy segura- dijo entornando
los ojos-creo que no estamos solas, oigo... otros latidos.
-¿No será el caballo?
-No... Son muchos, ¡oh no! creo
que aquí hay bandid...
No le dio tiempo a finalizar la
frase cuando saltaron al carromato seis hombres encapuchados, entre dos
cogieron rápidamente a cada una y las separaron e inmovilizaron.
-Mirad chicos, la Luna nos
sonríe- dijo el que parecía ser el cabecilla del grupo a forma de burla.
-¿Qué queréis?- respondió
serenamente Lyssana mientras Sheryll aún se debatía y luchaba por soltarse,
ella sin embargo parecía haber aceptado la situación con bastante sumisión por
su parte.
-Eso depende de lo que podáis
ofrecernos- dijo su interlocutor con una media sonrisa bastante macabra
mientras sus compañeros se reían, todos menos uno, que parecía algo apartado
del grupo.
-Ven aquí hijo mío- le dijo
entonces al susodicho- hoy es una noche muy provechosa, deberías sentirte
orgulloso al ver a tu vigoroso y astuto padre, vamos a sacar mucho dinero
gracias a esta cacería- tú no te resistas rubita, no hay nada que hacer.
-Te lo repetiré ¿qué queréis?-
insistió la muchacha.
-¡Qué considerada! Pues había
pensado en vender esta mercancía y al caballo y también a vosotras, pero viendo
que eres tan servicial, podrías ser una esclava encantadora, y la rubita
después de unos latigazos se acabará rindiendo, no hay quien resista más de
tres días de continua tortura ¿verdad muchachos?- tras esto profirió una sonora
carcajada a la cual siguió el resto.
-Y...Y...- comenzó a decir el
muchacho.
-¡¿Qué diablos quieres?! Habla
claro ¿eres o no eres un hombre? demuestra tu virilidad, pareces una flor- le
contestó bastante enfadado el padre, ante lo cual sus secuaces rieron
abiertamente- ¡Basta! es mi hijo del que os estáis riendo, es una vergüenza
pero pronto se convertirá en un fiero guerrero- dijo toscamente y con mirada
amenazadora al resto de presentes- ¿Y bien? ¡Habla! ¡Sé un hombre!
-Y...y...y...
-¡Deja de tartamudear! ¡Gruñe
como un verdadero hombre! ¡Y tu rubia, deja de resistirte, me estás enfadando!
-¿Y si las dejamos irse?-
preguntó rápida y atropelladamente el hijo.
-¿Que si las dejamos qué?-
preguntó con asombro su padre y se rio a carcajada limpia, seguido del resto de
encapuchados, todos menos su hijo- eres ridículo, ¿es que no ves que podemos
ganar una fortuna con ellas? la morenita no es que valga para mucho más que un
triste adorno, pero esta rubia...-dijo mientras se acercaba a ella y la
observaba descaradamente- valdría perfectamente para un burdel, nos pagarían
muy bien por ella, esa melena y esas curvas volverán locos a muchos, aunque no
sé si quedármela para mí..- dijo mientras se aproximaba aún más a la cara de
Sheryll.
Entonces ésta no se lo pensó dos
veces y le escupió en pleno ojo derecho, lo cual le enfureció bastante y
produjo una retahíla de improperios hacia ella mientras intentaba limpiárselo.
Pero esto no duró mucho, por su parte Lyssana ya había movido ficha y sus
atacantes empezaron a hacer aspavientos con las manos, como espantando a algún
fantasma, mientras que inconscientemente la habían dejado libre para que ella
se hiciese con la espada que uno de sus hostigadores tenía envainada.
Fue veloz y directamente a por el
líder, aprovechando su descuido y sorpresa por el baile absurdo que
coreografiaban de repente sus compañeros, mas aquello no fue suficiente para
que éste no respondiera y se encontró con un ademán defensivo por su parte,
bloqueando la espada de ella. Forcejearon un poco, aquel hombre tenía más
fuerza que ella, por lo que debía intentar algo diferente, quizás más ágil o
ilusorio. Mientras pensaba rápidamente en cómo zafarse de aquella situación,
una vampiresa no paraba de moverse, intentando soltarse, de hecho llegó a darle
un mordisco en el brazo a uno de ellos, quien lanzó múltiples improperios hacia
ella, mas cuando ya estaba casi libre y lo siguiente a lo que se disponía era
ayudar a su compañera, vio para su desazón como otro de los bandidos la atacaba
por la espalda, propinándole un fuerte golpe en la cabeza, que la hizo caer
inconsciente.
El líder de aquel repugnante
grupito aprovechó la jugada para recogerla agarrándola sin ningún cuidado, para
colocarle el filo de su espada en el cuello.
-¿Ves qué fácil lo tengo para
arrebatarle la vida? No voy a pestañear, te lo aseguro- dijo dirigiéndose a
Sheryll- así que más vale que te calmes y estés quietecita o tu amiga morirá-
le dijo resoplando un poco, quien sabe si de ira o cansancio.
Su interlocutora paró en seco al
ver horrorizada la escena mientras de fondo el bandido a quien acababa de
morder daba alaridos de dolor puesto que le había clavado bien los colmillos a
pesar de no hacer succionado ni un poquito de sangre ya que no tenía hambre,
sólo lo había usado como medida disuasoria, no obstante estaba segura de
haberse acercado al hueso de lo fuerte que le había hincado el diente.
Los que habían sujetado a Lyssana
por su parte, habían dejado de hacer aspavientos raros y, por su parte, el hijo
del líder veía aquel espectáculo horrorizado sin mover ni un solo músculo..
-Así me gusta, rubita, veo que
nos empezamos a entender- dijo con media y asquerosa sonrisa en la cara- Ahora
vas a seguirnos sin intentar nada raro, porque de verdad estoy dispuesto a
romper este cuellito tan delicado- según dijo esto, dejó que su filo atravesara
las primeras capas de piel de ella, dejando a su paso un reguero de sangre-
¿Ves?- dijo retador.
-De acuerdo, te he entendido-
respondió con un tono quebrado en su voz- pero no la hagas nada, ya tienes mi
atención.
-Bien, bien, vamos a hacer buenos
negocios entonces. Si quieres que tu amiguita siga con vida, más vale que
vengas con nosotros sin hacer nada raro ¿entendido?
La susodicha asintió con la
cabeza.
-Atadla muchachos, volvemos a
casa.
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