Silencio, mi cuento empieza - En busca de un hogar

Desde que tengo uso de memoria he sido bien pequeñito, o el mundo muy grande. Apenas recuerdo cosas de mamá o mis hermanos y hermanas, pero estoy seguro de que ella no nos dejó porque quisiese, ya que nos daba muchos lametones a todos y ronroneaba siempre que estábamos juntos.
No, no me cabe duda de que ella nos quería, pero los gigantes con los que vivía nos llevaron un día en una bolsa y nos dejaron al lado de un contenedor de basura.
Pasamos varios días de frío en los cuales nos quedábamos muy juntos para conservar el calor, pero aquellos días en los que llovía sin parar era mucho más complicado resguardarse. De vez en cuando veíamos gigantes pasar, se nos quedaban mirando, algunos con cara de pena, otros con indiferencia, pero siempre pasaban de largo.
A menudo mis hermanos lloraban llamando a mamá, pero de alguna manera acabamos perdiendo las esperanzas de que nos encontrase.
Pronto nos dimos cuenta de que ya no se encargaría de darnos de comer, así que teníamos que buscar alimento. Supongo que éramos muy pequeños para valernos por nosotros mismos, algunos de hecho apenas acababan de abrir los ojos y no conocíamos otra fuente de alimento salvo mamá, y si no estaba ella, no sabíamos qué comer ni de dónde sacarlo, puede que por eso y por el frío, algunos empezaron a dejar de maullar, a dejar de moverse, a dejar de jugar, a dejar de respirar…
Intentamos movernos en busca de mamá pensando que si ella no nos encontraba, nosotros iríamos a buscarla, pero el lugar donde estábamos daba mucho miedo y tampoco se podía decir que conserváramos muchas fuerzas. No tardamos mucho en comprender los peligros de unos monstruos atroces que se movían velozmente arrastrándose por un camino negro con líneas blancas, lástima que fue a costa de la vida de otro hermano.
Quedábamos sólo mi hermana y yo cuando unas crías de gigantes nos encontraron, estábamos tan cansados y desesperados que por un momento hasta creímos que tan sólo querían jugar.
Nunca nos podríamos haber imaginado que su forma de divertirse con nosotros sería tirándonos piedras mientras gritaban emocionados cada vez que nos alcanzaba alguna.
¿Cómo podían ser tan crueles los gigantes? ¿Era por su tamaño que se sentían poderosos y con derecho de realizar tales atrocidades sin consecuencia alguna?
Llevaban un rato con su divertimento cuando apareció una gigante adulta y comenzó a reprenderlos por su comportamiento, a lo que ellos salieron huyendo.
Mi hermana estaba tendida con heridas graves y a mí me costaba ponerme en pie, me habían dado en un ojo, me dolía y ya no podía ver por él, pero reuní mis últimas fuerzas para bufarle y resistirme todo lo que pude a que nos cogiese ente sus garras, pero ella no cesó en su intento y yo me quedé sin fuerzas.
Abrí un poco mi ojo sano para verla de nuevo esta vez hablando con otro gigante vestido de blanco que estaba señalando a mi hermana, que estaba tendida a mi lado. La gigante ponía cara tiste mientas la miraba y no tuve que observar mucho para percatarme de que estaba demasiado quieta, como habían llegado a estar el resto de mis hermanos. Cerré el ojo con el que aún podía ver, supuse que yo sería el siguiente aunque dadas las circunstancias me daba un poco igual.
Desperté con una sensación cálida alrededor, estaba cubierto por una manta y rodeado por las extremidades superiores de aquella gigante. En cuanto me vio, sonrió, parecía feliz y entonces recordé a aquellas crías y cómo se alegraban con nuestro sufrimiento, así que me temí lo peor.
No obstante, y para mi sorpresa, me llevó hasta un plato con agua y otro con alguna especie de sólido que desconocía. Supongo que tenía hambre y sed, porque la sensación nunca había cesado, pero estaba tan decaído por haber perdido a mamá y a mis hermanos y tan agotado que no tenía ganas de comer o beber. Aunque, para mi sorpresa, ella debió darse cuenta y no me permitió rendirme, estaba tan empeñada en que engullese alimento que trajo un recipiente y me lo metió en la boca.
Aquello sabía muy parecido a la comida que nuestra mamá nos daba, así que acabé cediendo y comí un poco.
Me resultó sorprendente que seres tan diferentes formaran parte de la misma especie, que mientras que otros nos dejaban y abandonaban a nuestra suerte incluso sabiendo que éramos demasiado pequeños para sobrevivir solos, mientras otros incluso nos maltrataban para divertirse, algunos nos cuidaban, protegían, alimentaban y nos daban un techo en el que vivir.
Recuerdo muy bien esos días que estuve débil, cómo ella se encargó de cuidarme, de darme nombre, de jugar conmigo cuando estaba mejor, de darme un hogar donde sentirme querido y a gusto, de quererme a pesar de que ya no podía ver por un ojo.
A veces me acuerdo de mis hermanos y me entristece pensar que ellos no llegaron a conocerla, quizás habría sido diferente el futuro que les deparaba. Pero yo al menos me siento afortunado, me encanta la vida junto a ella, incluso aun cuando me regaña porque hago travesuras, porque luego siempre me vuelve a abrazar y dar mimos.

Sí… es curioso cómo criaturas tan diferentes pueden pertenecer a la misma especie.






Creative Commons License
This work is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International License.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Literartober 2023: Necronomicón

Literartober 2023: Cuervo

Acuerdos oscuros - Capítulo 6 (final) - Nueva era