Silencio, mi cuento empieza - Historia de un rescate
Una vez se encontró el príncipe azul con la
princesa en apuros, ella no estaba tan apurada ese día, se encontraba sentada
tranquilamente en el balcón de una torre muy alta. Entonces el príncipe decidió
entablar conversación.
-Buenos días princesa ¿qué haces ahí arriba
en un día tan hermoso? Sal a dar un paseo bajo los cálidos rayos del sol
-Nada me gustaría más querido príncipe, pero
lastimosamente no puedo.- Dijo poniendo una mueca triste algo exagerada
-¿Y eso por qué?
-¿Pero es que no tienes ojos?- preguntó algo
molesta- Estoy en apuros
El príncipe se quedó algo pensativo,
valorando la situación. Finalmente dijo
-No veo qué es lo que te apura.
La princesa parecía empezar a estresarse.
-A ver, mendrugo, soy una princesa
-Sí, ya lo veo
-Estoy en una torre
-Ajá, eso salta a la vista
-Encerrada por supuesto
-¿Te olvidaste la llave?
-¿De qué me hablas?
-A ver, estás en una torre, las torres tienen
puertas y las puertas a menudo se abren con llaves
-No todas las torres tienen puertas ¿te
creías tan listo o qué?
-¿Cómo que no tiene puerta?
-Como que no la tiene, míralo por ti mismo
-Pero a ver, si no tiene puerta ¿tú por dónde
has entrado?¿Por la ventana?
La princesa se quedó blanca un momento ante
esa observación.
-No, por supuesto que no, no soy un pájaro, idiota
-Entonces ¿Por dónde?
-No lo sé, me desperté aquí
-¿Y no has intentado salir?
Esa pregunta también la pilló desprevenida.
-Por supuesto que sí- dijo altiva
-¿Y bien?
-No la hay
-Entonces entraste por la ventana.
La princesa perdió la poca paciencia que
tenía.
-Pero a ver, grandísimo imbécil ¿Qué más hay
que entender? Soy una princesa, estoy en apuros y tú eres un príncipe…bueno
encantador no, pero eres un príncipe ¿es que no te leyeron cuentos de pequeño?
Se supone que tienes que rescatarme
-Aaaahhh…
-¡Menudo novato!
-¿Y por qué te tengo que rescatar?- preguntó
desconcertado
La princesa no cabía en su asombro y cabreo
-¿Cómo es posible que de todos los príncipes
que hay me toque uno tan tonto?- dijo llevándose la mano a la frente
-Bueno pues si yo no te caigo bien, búscate a
otro que te rescate- acto seguido se disponía para irse cuando la princesa le
interrumpió su marcha
-¡Espera! No te vayas
-¿Por qué?
-¿Qué tipo de príncipe eres tú que no
rescatas a una preciosa doncella en apuros?
-Bueno lo de preciosa es cuestionable porque
desde aquí abajo no te veo bien, por lo que a mí respecta y con la miopía que
tengo, podrías ser un trasgo, un ogro o
un cachalote disfrazados que igual no me entero
-¿Pero cómo te atreves?
-Además- dijo interrumpiéndola- ¿Tú que tipo
de princesa eres que tienes tan malos modales? No creo que se deba tratar así a
alguien que puede rescatarte
Las cosas como son, ahí el príncipe tenía
razón, entonces la princesa intentó calmarse y preguntar amablemente
-Bueno ¿vas a rescatarme o no?
-Me da pereza ¿no puedes rescatarte tú sola?
-Obviamente no- dijo intentando ser cortés,
enmascarando su nuevo y creciente cabreo
-¿Pero has intentado todo lo que podías para
salir?
-Sí
-¿Y cuál es tu plan?
-¿Plan? No tengo ninguno. Soy una princesa en
apuros, me quedaré esperando a que me rescaten y algún príncipe vendrá
-Yo a ese plan le veo un fallo
-¿Cuál?
-¿Y si no pasa nadie? Coincidió que pasé yo
por aquí, pero este lugar no es muy concurrido que digamos
-Bueno pues rescátame tú- dijo como si fuese
lo más obvio
-Te he dicho que no, que me da pereza, y más
aún si ni te has movido del balcón ¿por qué voy a molestarme en rescatarte con
toooodo el esfuerzo que eso conlleva cuando tú sólo estás esperando a que
alguien venga a hacerte el trabajo?
Eso ya era el colmo ¿Pero qué tipo de
príncipe era ese? La princesa no salía de su asombro
-¿Cómo que hacerme el trabajo? Es lo que los
príncipes hacéis, rescatar doncellas y princesas en apuros
-Pues no es mi pasatiempo, yo prefiero ir de
pesca
La princesa intentó controlarse y mantener la
calma.
-Bueno pues como si fueses de pesca, no sé,
piensa en algo para rescatarme.
-Paso, me estoy aburriendo, me marcho al palacio
de verano, que tengo ganas de ir a la piscina
-¡Pero no me dejes aquí!
-Baja entonces, te invito a la piscina si te
apetece, además si llevas mucho tiempo ahí arriba necesitarás un baño
Definitivamente ese príncipe sabía cómo
sacarla de sus casillas
-No puedo bajar
-Bueno, una forma rápida es por la ventana,
aunque con esta altura no se garantiza un buen aterrizaje. Dime ¿tampoco hay
escaleras?
-No lo sé, yo aquí no veo ninguna
-¿Qué ves?
La princesa se giró, mirando hacia el
interior de la torre.
-Pues hay unos sillones, una cama, una
alfombra, una estantería con libros, un espejo,…
-¿Has mirado debajo de la alfombra?
-No, pero ¿cómo alguien va a esconder unas
escaleras ahí?
-Puede haber una trampilla que conduzca a
unas escaleras, es el sitio típico, yo si fuese una trampilla me escondería
bajo una alfombra- dijo convencido.
-Supongo que no pierdo nada por mirar
-Yo no voy a ir a mirarlo, tú verás
Resignada, la princesa se dio media vuelta y
se fue a comprobar la teoría del príncipe. No tardó mucho en volver a aparecer
por el balcón.
-Sí, tenías razón, bastaba levantar la
alfombra. Bueno ¿subes o no?
-¿Para qué? ¿no eres tú la que quieres bajar?
-Sí, pero alguien me tiene que abrir la
trampilla, yo no puedo
-¿Lo has intentado?
-No, me voy a romper una uña, así que no
-Bueno, que lo pases bien en la torre
entonces- dijo de nuevo con intención de irse
-Vale, vale, ya lo intento
Volvió a desaparecer y al de unos breves
instantes reapareció
-Efectivamente, hay unas escaleras
-Vale ¿Qué esperas para bajarlas?
-Me voy a pisar el vestido, además no está
bien iluminado ¿y si me caigo?
-Pues ojalá que sea haciendo la croqueta, así
al menos bajarías las escaleras
-Muy gracioso- dijo molesta
-Baja con cuidado entonces, pero si quieres
bajar, tendrás que usar las escaleras
-¿Y si no llevan a ningún lado?
-Yo creo que sí, mal arquitecto sería quien
diseñe una torre sin puerta y con escaleras que no lleven a ningún sitio, eso
es poco práctico, sobre todo teniendo en cuenta que sólo los pájaros, los
dragones y las vacas voladoras pueden entrar por la ventana.
-Déjate de rodeos ¿Y si no hay puerta?
-Búscala, por algún sitio habrás entrado, a
no ser que seas un pájaro… porque ¿pájaro no eres, no?
-No
-¿Dragón?
-No
-¿Vaca vola…?
-¡No! Definitivamente no soy una vaca
voladora, bajaré las escaleras- prácticamente gruñó
-Vaca igual no, pero algo de ogra debe de
tener- pensó para sí el príncipe- un abuelo o algún otro pariente.
Pasaron unos minutos y entonces el príncipe
empezó a oír unos golpes secos, siguió su origen y no tardó en encontrarse una
puerta en la base de la torre.
-¿Quién es?- preguntó
-¿Quién va a ser? ¡Soy yo!
-¿Eres una puerta?
-¡No! Estoy al otro lado
-¿Sabes que las puertas se abren, verdad?
-No tengo llave
-¿Sabes si está cerrada con llave?
-Obviamente lo estará, si no, no estaría
atrapada y en apuros
-No estabas tan en apuros cuando llegué, por
lo que a mí respecta, hasta la puerta has llegado tú solita, yo sólo te he
indicado el camino.
-Bueno pues ábrela
-¿Has llegado hasta aquí tú sola y no vas a
saber abrir una puerta? Gira el pomo
Resignada, siguió las indicaciones del
príncipe, que cada vez le caía peor
Como era de esperar, la puerta se abrió
fácilmente
-Hola ¿qué tal el rescate?
-¡¿Qué rescate ni qué narices?! He salido de
aquí ¡yo sola! No has movido un dedo
-Es que podías salir tú sola desde el
principio, pretendías ser tú la que no movería un dedo
-Ya, es que es lo que las princesas hacemos
cuando estamos en apuros- dijo como si fuese lo más obvio- os toca a vosotros
rescatarnos, para eso estáis, por algo sois príncipes
-Eeemm…no, yo soy príncipe porque soy el hijo
del rey y la reina, y estoy para pescar, pasármelo bien y algún día reinar,
supongo, por el momento aprovecho, que estoy de vacaciones- dijo sonriente
-¿Y tus obligaciones como príncipe? Me he
rescatado yo sola
-¿Qué gracia tiene que te haga todo el
trabajo? Así no aprendes tú. Si las princesas se rescataran ellas mismas no
estaríamos tan ocupados. ¿Tú sabes qué lata es pelear contra dragones, escalar
torres, y toda la parafernalia cuando podéis hacerlo vosotras mismas? Los
dragones los tenéis de mascota, no os impedirán salir, y ya has visto que
siempre hay una trampilla que conduce a la salida
-¿No entiendes nada, verdad? ¿no ves que es
una táctica para ligar?
-¿Eh?- preguntó desconcertado
-Aparece el chico guapo, ve a la damisela “en
apuros”, la rescata, se enamoran perdidamente y ya está, ya tienes novio
-No sé tú, pero yo lo veo poco práctico. Esto
es más cutre que el “¿estudias o trabajas?” creo que igual hasta funcionaría
mejor esa opción.
-Qué poco romántico eres
-Bueno, pues el poco romántico ha logrado que
salgas de la torre, ahora con tu permiso me voy a la piscina, que lo pases bien
buscando novio
Y tal y como lo dijo se fue dejando a la
princesa con un palmo de narices

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