El hogar de los olvidados - Capítulo 4 - Bajo amenaza




-¡Lo sabía! Me dijiste que plante cara a los entes y se han enfadado contigo, ahora han ido a por ti- casi gritó mi compañera, bastante alterada.
-No han sido entes, María, han sido Margarita y sus secuaces- pude responder antes de la siguiente arcada, en esos momentos no podía ocuparme de su crisis.
Salí dirección al baño con la esperanza de quitarme aquella porquería con facilidad y de no dejar más del contenido de mi estómago en el intento. Con las prisas ni recordé coger la linterna, así que fui un poco a tientas, esperando recordar el camino.
“Veamos, nuestra habitación es de las más cercanas al ascensor, así que tengo que ir en dirección contraria hacia las escaleras y bajar un piso” empecé a decirme mientras luchaba contra la sensación de asco y por no oler lo que aún llevaba en la cara.
Una silueta envuelta en luz me asaltó en mitad del camino, peo respiré aliviada al comprobar que se trataba de Violeta.
-¿Qué ha pasado? Hacéis mucho jaleo- susurró y abrió los ojos de pronto cuando me vio bien.- ¿Quién ha sido?
-Margarita y su grupo, si me disculpas tengo prisa- dije y retomé mi intento de llegar al lavabo, mas ella me agarró del brazo al pasar.
-Vete con mi linterna, la vas a necesitar. Yo iré a calmar a María- ofreció.
Acepté su buen gesto y se lo agradecí antes de volver a mi ruta, esperando no encontrarme con nadie. El camino se me antojó eterno, mas fui rauda hacia la palangana y la jofaina. Me lavé repetidas veces, tanto que cualquiera temería que me fuese a arrancar la piel de tanta insistencia, no obstante no podía detenerme, no me sentía limpia del todo.
Desconozco cuánto me llevó mi tarea, mas cuando me di más o menos por satisfecha, regresé con cuidado a mi habitación, esperando no tener más altercados aquella noche y que mi compañera estuviese mejor. La encontré en el regazo de Violeta, quien la acunaba como si fuese su niña mientras la acariciaba el pelo con suavidad, componiendo con ello una escena bastante tierna. Ni crucé el umbral de la puerta cuando noté una presencia tras de mí de forma repentina.
-¿Se puede saber qué pasa aquí?- preguntó a mi espalda una airada Ángela.- ¿Qué haces tú en una habitación que no es la tuya? ¿Tú rondando por los pasillos? ¿Y qué es esa maldita peste?- finalizó el interrogatorio con cara de repulsión.
Me giré para hablarle directamente, no me iba a quedar callada tras lo sucedido.
-Verá señora, esta noche he sufrido un ataque…
-¡Al estómago!- se aventuró a interrumpirme Violeta, quien dejó a María y se incorporó hacia nuestra dirección.- Viene del baño ahora mismo, ya nos ha explicado cuánto lamenta no haber llegado a tiempo. Pero lo limpiaremos, no se preocupe.
-¿Y tú qué haces aquí?- cuestionó con desdén mientras yo la miraba incrédula por sus palabras a sabiendas de lo que en realidad había ocurrido.
-Precisamente escuché la situación y vine a ayudar.
-Ya veo que estás muy desocupada por las noches. No te preocupes, desde mañana ayudarás en tareas nocturnas, pero no creas que eso te eximirá del resto de tu rutina ¡Y limpiad esto!- profirió antes de marcharse.
Di algo de tiempo para que se fuese antes de cerrar la puerta y comenzar con la conversación.
-¿Pero por qué no me has dejado contarle la verdad? ¿Qué es esa parafernalia que te has inventado?- le reproché.
-¿No te ha parecido suficientemente malo lo que te ha hecho Margarita? ¿Acaso quieres más? Porque es lo que ibas a conseguir- respondió molesta.
-Los entes volverán, están acechando- interrumpió María encogida sobre sí misma.
-No hay ningún ente, cariño- le respondió Violeta con repentina dulzura.- Fue Ángela, que nos ha pillado y se ha enfadado.
-¿Te va a hacer daño?- quiso saber con los ojos muy abiertos y clara preocupación en ellos.
-Tranquila, no iré a aislamiento, sólo me puso tareas. Estaré bien- sonrió para tranquilizarla, pero apostaría lo que fuese a que en el fondo no estaba tan segura de aquello.
Intenté respirar, a fin de cuentas hizo lo que creyó mejor, por mucho que me molestase no haber encarado el problema de frente, pero me juré a mí misma que las cosas no se quedarían así.
-Te ayudaré con las tareas- me ofrecí.
-Ni hablar.
-A fin de cuentas algo de responsabilidad tengo y estabas ayudando, deja que te ayuden ahora.
-No, porque entonces Mari se quedaría sola y expuesta ¿Acaso quieres eso? Ya has visto qué puede pasar por las noches.
-Puedo ayudar- se ofreció esta vez María.- Tú siempre vienes en cuanto sabes que estoy en problemas y estás así por mi culpa- finalizó bajando la mirada con arrepentimiento y culpabilidad.
-Ya veremos- respondió resoplando un poco.- Ahora vámonos todas a dormir, que ya ha habido bastante lío por hoy.
Nos despedimos y me dispuse a meterme en la cama, esta vez nada tranquila por si teníamos otra visita nocturna por sorpresa.
-Es como una mamá, se preocupa demasiado- comentó María de repente en mitad de la oscuridad.
-Eso parece. Bueno se os ve muy unidas ¿Hace mucho que os conocéis?
-Desde que entré aquí, al parecer ella no llevaba mucho más tiempo por lo que me contó. La conocí cuando tuve una crisis en mitad de una tarea, me escondí y me negaba a salir. Coincidió que ella pasaba por allí e intentó ayudar, siempre intenta ayudar.
-Ya lo veo, parece una buena persona, me apena mucho su situación.
-Ella no tiene ninguna desviación ¿sabes? Los médicos se equivocan, yo no creo que sea algo malo.
-Pero no es natural que te guste alguien de tu mismo sexo.
-¿Quién lo dice?
Me quedé un momento pensativa ante sus palabras.
-No sé, todo el mundo. Nuestra religión por ejemplo.
-¿Porque algo lo diga mucha gente hace que ese algo sea cierto? Además ¿no se supone que Dios es amor, que nos ama a todos? No creo que a él le gustaría saber cómo maltratan a los diferentes.
-Pero eso es algo que humanos hacen a otros humanos, él no tiene que ver ahí.
-¿Entonces por qué nuestra religión dice que está mal ser así?
Consideré curiosa su pregunta, realmente no me la había planteado antes en profundidad, pero era algo que todos sabíamos y se nos inculcaba, como cuando te enseñan cómo ser una buena o mala persona según tus actos.
-No lo sé, Mari, estoy cansada. Vamos a intentar dormir.
-¿No tienes sueño?
-Sí, pero no sé si voy a poder pegar ojo después de lo de antes.
-Espera, tengo algo que nos ayudará- dijo mientras bajaba como un torbellino e iba hasta la puerta para dejar algo y volver.
-¿Qué haces?- quise saber.
-He dejado un amuleto de protección en la puerta, así los entes no podrán entrar.
Dudé mucho de que sirviese contra Margarita, pero por si eso le permitía dormir mejor, preferí no protestar ni objetar nada.
-Gracias- le dije con la intención de dejarlo estar.
-Ahora podremos dormir sin sustos. Buenas noches, Clara- comentó alegremente.
Parecía tan frágil e ingenua, tan niña que entendía perfectamente a Violeta. Cada vez que le pasaba algo daban ganas de estrecharla entre tus brazos y decirle que nada malo pasaría, protegerla del mundo. Era una pena no poder ayudarla a luchar directamente contra aquello que la atormentaba, pero en la medida de lo posible pensé en que me gustaría hacer algo por ella. Por otro lado me preguntaba qué podría haberle pasado para que se comportase como alguien de menos edad, quizás nunca tuvo a nadie que la protegiese y parecer más infantil ayudaría a lograrlo.
Me quedé ahí tumbada dándole vueltas a todo hasta que al fin logré dormir un poco.

Definitivamente no estaba preparada para el día siguiente y menos desde tan temprano sin apenas dormir ¿Dónde estaba quien tuvo la brillante idea de establecer ese horario, que iba a tener unas palabritas con él? La cabeza me estallaba, era como tener agujas enormes clavadas de lado a lado mientras el cerebro se esforzaba por seguir funcionando.
Me resigné y fui al comedor con las demás, a tomar el desayuno que consistía en un vaso de leche y dos rodajas duras de pan. Lejos tenía aquello que ver con tostadas y se me hizo la boca agua pensando en el olor que las caracterizaba al estar recién hechas y lo deliciosas que estaban con una capa fina de mantequilla. Me acordé entonces de la mujer que fue llevada el día anterior a aislamiento y se me encogió el corazón al pensar en cómo suplicaba por un simple pedazo de pan.
Yo tenía dos… en ese momento tenía dos…
-¿Cuánto tiempo tardan en soltar a los de aislamiento?- solté al aire.
-Depende de lo que hayan hecho o de la gravedad que lo tengan en consideración ¿Por qué?- respondió Violeta.
-¿Cuánto crees que tardarán en soltar a la mujer de ayer?
-¿Ágata? Quizás hoy mismo, pero ya más tarde.
-Estaba pensando en que tendrá hambre al salir, prácticamente un día entero encerrada…
-¿Piensas en esconder comida?- susurró de forma casi imperceptible María, a lo que yo asentí con la cabeza.
-Es muy peligroso, suelen revisarnos las cosas y si te lo encuentran, te dejarán sin comer nada varios días. Traficar con comida está muy castigado- me explicó mi reciente interlocutora.
-No estaría traficando, estaría compartiendo ¡Ni que la fuese a pedir algo a cambio!
-Da igual, se lo toman así. Recuerda que aquí tu percepción de la realidad siempre será puesta en duda sólo por el hecho de ser una paciente.
Resoplé molesta con ese hecho.
-¿Qué haremos el resto del día?- quise saber.
-Cada una tenemos terapia en distintos momentos del día, por lo demás, salvo día de aseo, después del desayuno van las actividades diarias o tareas según cómo nos hayamos portado- me explicó Violeta.- Después estamos en la sala común o en la biblioteca.
-¿Tenéis biblioteca?
-Sí, pero no te emociones, hay libros muy viejos y algo destrozados, no es una gran biblioteca.
-Tampoco es que ame leer, tranquila- desdeñé.
-A mí me encanta, a menudo echo en falta leer cosas nuevas- suspiró levemente.
-Se ha leído ya muchos de los libros que hay- apuntilló mi compañera de cuarto.
-Pocos me quedarán ya por leer, temo que cuando acabe me toque repetir.
-¿Nunca traen nuevos?
A toda respuesta, mi interlocutora soltó una risita, dejándome clara la realidad.
-¿Y después del tiempo libre? ¿Qué se hace?
-Pues si eres afortunada, un día a la semana puede visitarte alguien, de no ser así, simplemente vamos a cenar y nos retiramos a orar en la capilla, por agradecer seguir vivas y estar en camino de nuestra recuperación, luego a dormir.
-Algunas veces viene el Padre Carlos y nos hace una misa- intervino María.
El ambiente de tertulia se vio invadido de pronto por una presencia desagradable, lamentablemente antes de que pudiese acabar de desayunar o guardarme el pedazo de pan.


***
Uff justita de tiempo pero está todo listo para participar en los Wattys (crucemos dedos). Si esta historia te gusta y quieres que gane, o al menos quede bien parada entre toda la marea de relatos, dale me gusta y compártela hasta con el vecino, el de la tienda de abajo de tu casa, sí ese con el que te paras a hablar de tanto en cuanto. Clara necesita mucho amorcito y fuerzas después de llegar y la nochecita que ha pasado así que deja un like muy fuerte, como si te fueras a quedar sin dedo, seguro que te lo agradece.
Ya que estamos, yo agradecería mucho mucho si me donáis un cafecito o echáis una ojeadita aunque sea por kindle unlimited a Cupido ¡Que es gratis si tienes el unlimited!

https://www.amazon.es/Querido-Cupido-Melani-Abascal-Mariscal-ebook/dp/B07KCG98BS/ref=sr_1_2?__mk_es_ES=%C3%85M%C3%85%C5%BD%C3%95%C3%91&keywords=querido+cupido&qid=1564507873&s=gateway&sr=8-2

ko-fi.com/melani_abascal

Muchas gracias por todas vuestras lecturas y apoyo, ya en el siguiente os paso más cancioncitas que me ayudaron con la ambientación. Un abrazo y muy buenas lecturas ;)




Creative Commons License
This work is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International License.


¿Te ha gustado? Invítame a un café :)

Comentarios

Entradas populares de este blog

Literartober 2023: Necronomicón

Literartober 2023: Cuervo

Acuerdos oscuros - Capítulo 6 (final) - Nueva era