Silencio, mi cuento empieza - Mordisco
La noche baña con su oscuridad cada rincón, sólo la luz de
la luna intenta hacerse paso entre las nubes. Sí… hoy la luna es inmensa y
radiante, pero no puedo pararme a contemplarla ahora mismo.
Me deslizo sigilosamente entre las sombras en busca de los vivos,
de su calidez, de su sangre.
Hacía tiempo que no iba de caza, así que el deseo apremia,
tendré problemas si no logro saciar mi apetito hoy mismo.
Oigo rumores y música, presumiblemente de una fiesta cercana
de los pueblerinos del lugar y tal parece al observar la plaza central. Hay un
montón de jóvenes danzando al compás alrededor de una modesta hoguera.
Camino un poco manteniendo las distancias con los mortales,
no deseo interrumpir su fiesta mientras busco una víctima potencial, ni tampoco
ser notado.
La mayoría están dando vueltas y vueltas a los lados del
fuego, pero hay pequeños grupos de jóvenes féminas y mancebos charlando
animadamente. Todos parecen acompañados menos una chica que está apartada de todos,
simplemente mirando el espectáculo. Parece que suspira, como si ansiara que
alguien la saque a bailar.
Me doy cuenta, además, que un pequeño grupo de damiselas la
señalan y emiten risas agudas.
A esa distancia seguro ella las oye, de seguro porque se
dispuso a abrir su libro mientras sale huyendo de allí.
Pasa tan cerca de mí que puedo oler su dulce aroma.
-Disculpa – intento detenerla
-¿Sí? – se gira, levantando la cabeza de su libro y me
pregunta tímida
-No nos han presentado, me llamo Williams- intento comenzar
con la conversación
-E..encantada – titubea- me llamo Elisa- dijo cerrando
suavemente su libro
-Me preguntaba qué hace una señorita tan hermosa marchándose
de un baile aún sin finalizar
Parece sonrojarse.
-Una no puede bailar si no se la invita, así que no hay
motivo para estar en el baile.
-Oh, ya veo, entonces habrá que solucionar eso – digo y le
tiendo mi mano.
Ella se sorprende y me observa cuidadosamente, tras unos
instantes de reflexión esboza una sonrisa, deja su libro en un rincón de la
calle y toma mi mano.
Bailamos durante largo rato, ella parece divertirse, se la
ve feliz, pero siento la imperiosa necesidad de hacer una pausa a la escena,
así que acerco mi cara a su oído para susurrarle.
-¿Sabes que hay unas vistan impresionantes de la noche
arriba de aquella colina? – dije señalando con la cabeza a su espalda.
Ella se gira para mirar
-Apuesto a que las estrellas y la luna ofrecen un
espectáculo inmejorable desde allí – continuo – dime ¿te gusta mirar las
estrellas?
-Me encanta, son muy hermosas – sonríe
-¿Entonces vamos?
Se lo piensa un poco, pero asiente.
Caminamos como media hora después de salir de la ciudad,
cada vez me habla más, aunque es tímida su emoción es palpitante, prácticamente
puedo sentirla yo mismo, mas cuando llegamos, la belleza del lugar la abruma
tanto que se queda muda.
-Es hermoso- apenas puede decir
-Lo sé
Y, en un momento de descuido, me acerco aún más a ella y
clavo mis colmillos en su cuello.
Se asusta, lo noto, pero ya es tarde para ella.
-¿Por qué? – pregunta - ¿Quieres convertirme?
No contesto, sigo bebiendo de su sangre mientras ella está
más y más débil, hasta que por fin cae rendida en la hierba.
¡Qué ilusos son los humanos! En algún momento pensó que ese
desconocido que acababa de llegar a su aburrida vida iba a salvarla de su
soledad, y aún peor, esperaba que fuese a convertirla también en alguien como
yo, supongo que con la esperanza de que mi corazón se hubiese prendado de ella.
¡Ja! Qué daño han hecho las novelas románticas sobre
vampiros, que vulnerables las vuelve.
Ohh sí, la luna está preciosa esta noche.

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