Silencio, mi cuento empieza - arte

Imagina por un momento que estás en mitad de una tormenta, intensa, voraz pero sin embargo cuando dejas de tener miedo y te detienes a contemplar, hay incluso belleza en su interior. Supón que reúnes entonces aquello que te parece más hermoso entre tanto ruido inconexo y lo sacas al exterior, deshaciendo en parte el caos en el que te ves inmerso.
Aún con todo, ésas sólo son las piezas de un gran puzle, así que para que aquella belleza sea aún más completa, pulida y pase a ser una obra resplandeciente y única no puedes quedarte simplemente con fragmentos sueltos.
Piensa entonces en un duro trabajo, en una larga jornada de buscar el aspecto definitivo, de encontrar la palabra, el color, la pincelada o la nota adecuadas, créeme que no es tan fácil como pueda parecer, puede llevar incluso años y nunca estar del todo conforme con el resultado.
¿Para qué tanta y tan ardua labor? Para crear algo único y tuyo, sólo tuyo. Pero sin embargo ¿no es esto egoísta? ¿algo tan hermoso y laborioso no debería compartirse para que otros lo disfruten contigo? No por los galardones del trabajo bien hecho ni de la fama, sino por el puro placer del arte. Mas compartir con otros algo tan personal asusta, sabemos que nos exponemos a juicio, como mínimo el de si a quien es partícipe de ello le gusta o no, y eso hace que tantos se paralicen y guarden aquella obra tan preciada y especial en un rinconcito de ellos mismos…
Tú me entiendes bien, sabes como yo lo aterrador que es descubrir ante otros tus pensamientos, emociones, ideas en general, aunque siempre de forma cifrada para no exponernos abiertamente, como un código al que pocos tienen acceso.
A pesar de eso también sabes de lo maravilloso que es dejar de preocuparte por ello y mostrar las partes más brillantes y oscuras de ti, expresándolo de forma terriblemente bella.
Contigo aprendí que no es realmente importante el recibimiento de ésta obra, no tanto como sacar esas partes de ti y plasmarlas de alguna manera, porque el arduo proceso también es maravilloso, tú me demostraste que siempre alguien creerá en ti, aunque te quede largo camino en el que mejorar, a pesar de que lo que haya para sacar no sea siempre todo lo hermoso que nos gustaría. Creo que no lo sabes pero tan sólo que aún me leas me da ánimo para seguir escribiendo, más porque sé que no te entusiasma leer y aun así encuentras entretenidos mis escritos, no te lo dije antes tampoco pero traes la esquiva inspiración que tanto me anima, y es que una mente en calma no es tan productiva como una tormentosa, mas a tu lado la tormenta no es como antaño ya que puedo ver el arcoíris.
Sabes tan bien como yo que no me gusta leer nada mío en voz alta y aun así ahora mismo lo estaré haciendo para ti porque quiero seguir dando esos pasitos adelante, quiero que nunca se me olvide lo especial que es acabar compartiendo esa obra única con el mundo, sobre todo si tú formas parte de él, puesto que lo convierte en algo más especial si cabe.
Sé que nunca te agradeceré lo suficiente que me hayas ayudado a encontrar la poca confianza que tengo en mí y en lo que hago, pero suficiente para armarme de valor, coger aire y decir con al menos algo de orgullo “ésta soy yo”, convirtiéndome con este gesto que parece insignificante en alguien más fuerte y más libre.

¿Sabes? Creía conocer el arte en todas sus vertientes, mas me descubriste una totalmente nueva a la cual quiero dedicar los años que me queden siempre y cuando aceptes la obra imperfecta de este amor que te ofrezco a ti y sólo a ti.






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