Acuerdos oscuros - Capítulo 6 (final) - Nueva era
Finalmente decidimos ultimar la era del tirano en la próxima
Luna azul con la intención de tener todas las miradas, el dramatismo de un
sacrificio humano con el peso que le daría el saber la verdad y así también
evitar una muerte, voluntaria o no. Tomé la decisión por mi cuenta de ofrecerme
para la ocasión, en el último momento y sin alegar explicaciones que pudiesen
hacer temblar nuestro plan. En lo que concernió al tiempo que restaba hasta
entonces, hicimos vida normal con alguna que otra reunión furtiva para poder
organizarnos sin levantar sospecha alguna. Tuve que soportar las arcadas en las
misas de cada día, el asco que me producía el cinismo y la presencia de aquel
hombre y sonreír como si nada ocurriese. Las horas que pasaba en la fábrica mi
cuerpo las dedicaba a realizar movimientos autómatas, mas mi mente pensaba una
y otra vez en la ceremonia, mis instrucciones y cómo llevar a cabo todo punto
por punto. También me aseguré, a pesar de las quejas, de que no se supiese
quién iba a ser mi acompañante. Mi endereza tambaleó cuando la pobre Ann, que
ahora sabía cómo funcionaba esta cruel y gran maquinaria que Eduardo había
creado, me suplicó entre lágrimas que no fuese una ofrenda, fue algo bastante
emotivo que casi me hace hablar de más con la pequeña para no dejarla
preocupada.
Por desgracia así debía de ser, era imprescindible que todos
supiesen que yo iba a dejar este mundo, y juro que me partió el corazón verla
así de disgustada, pero seguro que no tanto como lo estaría el suyo, que ya
había perdido a su hermano de la misma manera que ahora perdería a su hermano
postizo.
El día de la ceremonia llegó y todo estaba planeado, no
obstante nada me libraba de tener un nudo en mi garganta y el estómago en vete
a saber dónde. Al menos estaba medianamente tranquilo ya que Vic estaba a mi
lado pues más que yo, ella sería el centro de todas las miradas.
La orquesta paró.
-Hijos míos, nos hemos reunido para honrar a nuestros
salvadores, a nuestros guías de luz en los momentos de oscuridad que tanto nos
cuidan- empezó su discurso aquel charlatán de pacotilla.- En este día tan
sagrado, cuando La Luna se forme por completo, el alma de nuestro hermano
estará en el paraíso con los ángeles, nuestros queridos guardianes- la ciudad
entera se arrodilló como hacían siempre, sumisos, callados, ignorantes de todo.
Miré el panorama mientras trataba de no recordar mis
anteriores momentos en aquel mismo lugar, despidiendo a alguien que nunca debió
convertirse en ofrenda, como tantos otros… Pensar en ello encendió una chispa
de rabia en mi corazón.
Eduardo estaba en una superficie de madera más alta que el
resto del suelo del edificio, que era de piedra. Tenía como la otra vez el
banco donde reposaban plácidamente los sacrificados antes de su duro final.
Tras él, había una multitud de arcos y sobre ellos una vidriera inmensa y
hermosa, mas no tanto como el efecto lumínico que causaba el sol al posar sus
rayos sobre el colorido cristal. Frente a él, unas hileras de bancos donde se
sentaba prácticamente toda la población, gente que conocía bien aunque a unos
más que a otros. Entre las filas también había arcos con estatuas de ángeles en
sus huecos, haciendo alarde de una mentira tan falsa como ellos.
-Por favor habla a tiempo, no dejes que me convierta en la
cena de hoy- le susurré a mi compañera.
-Descuida- fue toda su respuesta.
Como aquella vez, unas niñas pequeñas vestidas de blanco nos
rodearon y empezaron a lanzar pétalos de rosas blancas y amarillas. Dieron un
par de vueltas y comenzaron su camino hacia el gran embustero, entonces le
rodearon a él también y se dispersaron a izquierda y derecha, todo mientras el
resto nos manteníamos arrodillados en silencio. Mi pulso estaba desquiciado y
mis ansias de venganza me oprimían el pecho.
Avanzamos hacia su posición cuando nos avisó con un gesto.
-Hoy tenemos un alma buena que viene voluntariamente a
honrar a nuestros protectores. Hoy nuestro hermano Mark gozará del don de
nuestros benefactores y pasará a formar parte de sus filas en la gran batalla
por el paraíso. Porque está escrito en el sagrado libro que el ángel rojo se
presentó y habló del paraíso, de la transcendencia a la inmortalidad, pues esta
vida sólo es un mero tránsito- siguió con su palabrería mientras me intentaba
aguantar las ganas de partirle la cara.-Ven hijo mío, ponte frente a tus
hermanos- hice lo que me mandaba, le hice caso por última vez.
Me giré y todos se arrodillaron al verme.
-Nuestro hermano Mark va a emprender un gran viaje hoy, así
que rezad por él para que vaya en paz y no tema nada- se hizo el silencio
dedicado a la oración, algo que era obviamente en vano.
Me paré a mirar, a buscar entre los presentes a Zeta, quien
estaba en una esquina y me hizo un gesto con la cabeza.
- Pero no temáis por él, enjugad vuestras lágrimas porque él
va a dejar su cáscara aquí, el resto de su ser, el verdadero Mark que conocéis
irá a un lugar mejor- ¿Mejor? Permíteme dudarlo, viejo traidor.- Querido Mark,
recuéstate en el altar y dime tu deseo para que los ángeles puedan oírlo.
-Deseo que la verdad salga a la luz- le dije seria y
firmemente mientras le miraba con fijeza a los ojos.
Pude ver una crispación de nerviosismo en su cara junto con
un destello de duda y me regodeé al pensar que por una vez el que estaba
nervioso era él y no a quien iba a asesinar a sangre fría- me tumbé para seguir
con el paripé.
-Es un deseo noble, hijo- disimuló con un tono raro en su
voz, entonces hizo un gesto para que la niña se acercase con el cuchillo, mas
una hábil y rápida Vic evitó que lo agarrase para sorpresa de muchos presentes,
aquel era un momento único.
-Esto no será necesario- dijo guardándose el objeto seguramente
para evitar que Eduardo lo agarrase en algún momento, yo me levanté.-
Ciudadanos y compañeros- dijo con la voz alzada para que nadie se perdiese lo
que iba a decir- este hombre es un farsante.
Las exclamaciones de sorpresa y los cuchicheos no se hicieron
esperar. El aludido intentó acercarse a ella pero me encargué de sostenerlo.
-Y no vengo a decir cualquier cosa sin pruebas, no. Me he
documentado y os enseñaré todo lo que tengo para probar que es cierto-
prosiguió.- Este hombre no es el santo que dice ser y os ha mentido en
prácticamente todo lo que os contó. No existe el paraíso, no existen los
ángeles o demonios ni hay guerra entre ellos, son todo mentiras que este
desalmado ideó para que le sirváis.
-Disculpe señorita pero no entiendo…- intentó hacerse el
tonto el muy desgraciado.
-Te pido que dejes de insultar a la inteligencia de estas
personas y seas honesto con ellas. O lo haces ahora, o te quitaré esa
oportunidad y largaré todo igualmente- su amenaza hizo que se pusiera nervioso,
lo percibía, mas siguió actuando.
-No sé qué cree que sabe pero le aseguro…
Vic sonrió de medio lado mientras habló, antes de dirigirse
al resto nuevamente con firmeza.
-Oportunidad perdida- él empezó a respirar de forma agitada,
la situación escapaba de su control y lo sabía.- Ciudadanos de Thera, tened en
cuenta que vuestro “guía” se ha empeñado en seguir con su mentira, así que así
será con todas sus consecuencias. Este hombre no es quien dice ser, en realidad
su nombre es Eduardo y consta en libros de historia, convenientemente
descatalogados, en los que se habla de que se trataba de un saqueador y
guerrero sanguinario- rebuscó en alguna parte debajo de su toga, sacó los
libros que me enseñó cuando nos conocimos personalmente y los lanzó al
público.- La página está marcada, compruébenlo por sí mismos.
Algunos presentes estupefactos se limitaron a ver la escena
con recelo, otros participaron agarrando lo que Vic les había tendido y
corroboraron que así era leyendo en voz alta.
-¡Eso es falso!- gritó Eduardo.
-Pues el hombre del retrato se parece mucho a usted- le
espetó uno de los lectores.
-Pero si esto es verdad, este hombre debe de tener como…-
empezó a decir mi padre.
-Casi doscientos años, sí- completó mi compañera.- Lo de su
longevidad quizás sea lo único cierto de todo cuanto ha dicho, pero esos libros
confirman que no es por tratarse del santo que creemos, sino por un pacto que
explica toda esta religión basada en patrañas.
-Si no existen los ángeles ¿con quién?- quiso saber alguien
del público.
-Precisamente con unas criaturas que sólo podemos ver cuando
morimos o estamos a las puertas de la muerte. Él los llamó ángeles y los
describió como humanoides preciosos con alas de pájaro, pero nada más lejos de
la realidad.
Se sacó en este caso el diario bajo la toga y lo lanzó seguramente
por la página del dibujo detallado que había en él.
-Esa es la imagen real de las criaturas que se encuentran al
otro lado y ese cuaderno contiene explicado punto por punto un experimento que
yo misma realicé para comprobar qué había después de la muerte, algo que ha
ayudado a confirmar todo esto- explicó, tras lo cual los murmullos se
intensificaron.
-Te pido entonces que expliques a estas amables personas
cómo puedes estar segura de que yo hice un trato con esos seres o que incluso
los vi. Esas criaturas de las que hablas son demonios, si se te han aparecido
es porque estás lejos del camino de la luz- intentó mantener la compostura a
duras penas y ponerla en evidencia para sembrar la duda.
-Para eso estoy yo aquí- afirmó un hombre que se levantó de
su asiento al fondo del templo cuyo rostro hizo que se desorbitaran los ojos
del estafador al que mantenía agarrado.- ¿Me echabas de menos, hermanito?
Aquello fue el detonante de un jaleo generalizado, volaban
los comentarios y las miradas de esquina a esquina de la estancia mientras
Benett se acercaba al altar.
-¡Esto es una farsa! Os ruego que no creáis nada de lo que
dicen, sólo os intentan llevar fuera del camino de la luz- imploró a los
presentes.
-No te molestes Eduardo- le espetó mientras Vic le cedía el
sitio al frente del gentío alborotado.- Ciudadanos de Thera, mi nombre es
Benett y vengo desde la ciudad de Gamrah, comunidad que tuvimos que construir
cuando tanto yo como aquellos que creyeron en mí fuimos expulsados por este
hombre. Os puedo contar muchas cosas ya que he vivido casi tanto tiempo como mi
hermano, le he visto crecer y convertirse en la bestia sanguinaria que fue
antaño, generando caos y destrucción allá adónde iba.
-Aquí pone que murió en una batalla- le cortó alguien que se
había quedado con un libro.
-Y eso pasó, yo le sucedí tras su muerte, no obstante volvió
inexplicablemente y hablando desvaríos sobre ángeles y demonios y la guerra
entre estos. Algunos empezaron a seguirle hasta el punto de tener prácticas
preocupantes como los sacrificios humanos. Decidme ¿alguna vez los ángeles os
han concedido algún deseo?
Alguna que otra mano tímida se levantó.
-Mi marido rogó por la lluvia cuando una sequía casi nos
mata de hambre- explicó una titubeante mujer.
-¿Y no pudo deberse a que iba a llover de todas formas? La
sequía no dura eternamente- sus palabras se debatieron en la sala, el mensaje
empezaba a tomar forma.
-Mi hijo pequeño estuvo muy enfermo y su abuela se ofreció
para salvarlo y así sucedió, tardó un tiempo pero mejoró- espetó un hombre.
-Los niños se recuperan más fácil que los adultos de las
afecciones graves- espetó, lo que generó de nuevo el caos entre los presentes.
-No le escuchéis, sólo quiere arrebataros vuestra fe- pidió
un cada vez más alterado Eduardo.
-Os voy a explicar qué trato hizo aquella criatura con
vuestro querido guía espiritual- anunció mientras comenzaba a pasearse por el
altar, generando un nuevo silencio en los presentes.- Debe darle mínimo un alma
al mes, así podrá seguir con vida, seguir longevo mientras vosotros hacéis fila
por pedir deseos que nunca se concederán, por ir a abrazar la muerte con
esperanza en mejorar en algo las cosas cuando lo único que hacéis es
simplemente fenecer por un egoísta que ni es capaz de explicaros el motivo de
vuestra muerte ni de hacer nada por vosotros.
-¿Y eso cómo lo sabes?- cuestionó uno de los presentes.
-Porque yo también hice ese trato cuando le encaré y él me
arrebató la vida, pero yo no engaño a mi gente, yo los cuido y protejo y sólo
admito voluntarios, nada de sorteos mortales y cuando ninguno quiera
sacrificarse aceptaré el final de mi ciclo con gusto. Por eso hemos venido a
quitaros la venda de los ojos, a que sepáis lo que hacéis antes de decidir
llevarlo a cabo y a daros la oportunidad de ser libres, de venir conmigo a
vuestro nuevo hogar.
Entonces Eduardo me empujó con más brusquedad y fuerza de
las que habría imaginado, arrebató el cuchillo a Vic y fue a por Benett, quien
le agarró del brazo y pasó el suyo por encima de su cuello, evitando que le
apuñalara.
-Ya habéis visto la verdadera naturaleza de este hombre ¿de
veras queréis seguir a su lado? Animo a que suba aquí todo aquel que desee
abandonar a este embustero.
Hubo un instante de pausa, gente debatiendo aquí y allá, los
nervios, las inseguridades y la indecisión primaban en aquel momento, sin
embargo alguien rompió todo esto y avanzó hasta donde estábamos, luego uno, y
otro y otro más hasta que fuimos unos cuantos arriba y otros que se quedaron
donde estaban. Mi familia por supuesto formaba parte del último grupo, bien sea
por la devoción de mi madre que parecía ser inquebrantable o por el miedo a
marcharse.
-Deduzco entonces que ya han tomado una decisión firme-
comentó Benett- en ese caso, podéis comenzar- dicho esto, aparecieron unas
bolas en la sala, arrojadas por algunos de los presentes, y una niebla densa
empezó a salir de ellas, cubriéndolo todo.
El pánico era generalizado, no entendíamos nada mas
empezaron a producirse sonidos quejumbrosos en la zona donde hasta hacía poco
estaba situado todo el público. Asustado, intenté recordar dónde estaba sentada
mi familia y bajé como pude, tropezándome con otros. El griterío que se había
formado y el caos de siluetas chocándose y moviéndose a cualquier sitio me lo
ponía más difícil para llegar a algún lugar reconocible. De pronto colisioné
con alguien que profirió un gruñido con una voz que me resultaba familiar.
-¿Vic?
-¿Mark?
-Sí ¿qué ocurre?- pedí saber asustado.
-Tengo mi teoría, pero no es momento de hablar de ella
¿Dónde está tu familia?
-Es a los que estoy buscando.
El pulso me iba a mil por hora, las piernas me temblaban y
mi estómago prácticamente no existía, un hormigueo se había apoderado de mi
cuerpo y me indicaba que saliese despavorido. Estalló algún que otro disparo,
alguna que otra pequeña explosión, más quejidos, más gritos. Me preguntaba si
mi familia había llegado a la puerta, no obstante seguía cerrada por lo que
supuse que no era así. Entonces oí el grito de uno de mis hermanos, así que
agarré a Vic de la mano y corrimos juntos hacia aquella dirección.
Embestí a un hombre armado y Vic se encargó de ir con mi
familia mientras él y yo forcejeábamos. No tenía nada a mano así que me dediqué
a esquivar cuantas veces pude hasta que caí al suelo al tropezarme con un
fragmento de lo que debía de ser un banco. Mi contrincante fue a por mí
nuevamente y casi me alcanza con el filo de su arma, mas rodé para esquivarlo,
agarré el origen de mi traspié y lo usé para golpearlo en la cabeza. Por suerte
atiné bastante bien y el individuo cayó redondo, dejándome libre para reunirme
con los míos, que fueron rumbo a la puerta.
Cuando los alcancé, mi madre y Vic trataban de apartar a los
niños en lo que mi padre contenía a dos hombres que se habían atrincherado en
la puerta, posiblemente para evitar que nadie saliese, así que fui tan rápido
como pude a ayudar, no obstante no llegué a tiempo de evitar que se llevase una
estocada en el costado, algo que me inundó de terror.
Arremetí contra ellos y los hice desequilibrarse y caer, por
una vez veía sentido a ser tan alto y corpulento, además de la fuerza que logré
trabajando en la fábrica. Le arrebaté el arma a uno de ellos, una que ni sabía
usar, y empecé a hacer barridos a ver si con suerte le atinaba a algo. Ellos me
esquivaron al principio, mas en seguida respondieron y me acorralaron tras
desarmarme. Me temí lo peor.
-¡Cuidado!- gritó de pronto Vic y noté una explosión tras
aquellos individuos, una que les hizo bastante daño y me dio pie a escapar.
Corrí hacia la puerta que mi compañera estaba desesperada
por abrir en lo que mi madre intentaba cargar con mi padre y llevar a los
pequeños con ella.
Casi había llegado cuando noté y oí algo que me heló por
dentro, me derrumbó y dejó un pitido molesto en mi oído antes de llevarme a la
oscuridad.
Caí y caí hacia la nada, a un lugar que me resultaba algo
conocido, motivo más que suficiente para sentirme desesperado. Cuando mi
descenso se detuvo me limité a huir despavorido de la suerte que sabía que me
esperaba.
-Mark- me llamó una voz familiar, que hizo que me girase de
golpe.
No podía creerlo, frente a mí estaba ni más ni menos que el
mismísimo Agus, visión que me hizo correr hacia él para estrecharlo entre mis
brazos. Era consciente de que si lo estaba viendo lo más probable sería que
hubiese muerto, pero nada me iba a impedir disfrutar de aquel instante.
-Estás aquí, estás aquí. No sabes cuánto te eché de menos,
no sabes cuánto siento que…- empecé a decir deshaciéndome en lágrimas.
-Lo sé y sé todo lo que hiciste después de que me fuese.
-¿Dónde estamos, Agus? ¿Has venido a por mí? He muerto
¿verdad?- quise saber mientras me separaba un poco de su figura, tan cálida
como la recordaba.
-Aún no- me respondió con una sonrisa mientras empezaba a
desaparecer, visión que me desgarró de dolor, le perdía de nuevo.
-No, no te vayas, no otra vez- le supliqué.
-Algún día quizás nos encontremos, pero por ahora quería
darte las gracias por todo cuanto has hecho por mi familia- ya casi no podía
verle, ya no se veía prácticamente nada, menos tras la cortina de agua de mis
ojos.
“Nos veremos en un tiempo” resonó antes de que todo se
desvaneciese a mi alrededor.
Abrí los ojos, por la poca iluminación debía ser de noche,
estaba en una estancia de hospital con mi madre dormitando en una silla cerca
de mí y la pequeña Ann dormida completamente sobre mi cama. Me giré hacia el
otro lado, dolorido, en otra cama estaba mi padre con mi otro hermano, pero no
pude evitar fijarme en que faltaba el otro revoltoso de la familia. Intenté
incorporarme pero un dolor me sacudió y tuve que volver a mi lugar.
-Estate quieto o tirarás de los puntos- me susurró una
nerviosa Vic que acababa de entrar.
-¿Puntos?- pregunté con voz pastosa y lengua pesada,
suscitando una mirada de ella que no me gustó en absoluto.
Me apresuré a quitarme la manta que me cubría y comprendí
entonces sus palabras. En general estaba más o menos entero a pesar de las
magulladuras, pero la explosión debió llevarse, o destrozarme demasiado, mi brazo
izquierdo, justo el que estaba hacia atrás cuando huía despavorido hacia la
puerta.
-Intenté salvarlo, pero estaba muy mal- comentó apenada.
-¿Cómo está mi padre?- rogué saber.
-Se recuperará, ahora está estable pero ha recibido un par
de operaciones de emergencia.
-No hace falta que me susurres, podemos ir al pasillo y
hablar- le dije intentando mantenerme con los ánimos enteros, si sólo habíamos
tenido esas pérdidas habíamos sido muy afortunados.
Ella me miró como pensando en algo.
-No te estoy susurrando, estoy hablando normal.
-Yo te oigo muy bajo. Oye ¿dónde está mi hermano? Me falta
uno ¿Está contigo?
Lo supe en el momento que desvió la mirada antes de hablar.
-Lo siento…- pronunció y no pude escuchar el resto de la
frase.
No supimos muy bien qué hacer para despedir al pequeño
después de que todos nuestros valores religiosos resultaran ser en vano. La pequeña
Ann propuso que hablásemos todos algo que nos saliese del corazón, algo
personal para decirle cada uno nuestro adiós en lugar de las frases vacías de
un extraño, cosa que nos pareció correcta y bonita.
Como dijo Vic, mi padre se repuso más o menos bien, a la que
le costó más fue a mi madre, no sólo por lo que le pasó a mi hermano y a
nuestra familia en general, sino porque se sentía muy perdida tras saber la
verdad, no se le ocurría muy bien en qué ocupar el tiempo cuando en otro
momento de nuestras vidas hubiese habido una reunión religiosa, pasaba de
sentirse enfadada a triste y en general nos costaba lidiar un poco con esas
idas y venidas de humor, pero confiábamos en que poco a poco mejorase todo.
Nuestra comunidad se vio bastante afectada tras lo sucedido,
por supuesto había más gente en la situación de mi progenitora, pero lo que más
se notaban eran las bajas, bien por los que se habían ido a Gamrah o por los
que habían caído. Por supuesto Benett y su gente se marcharon después de la
masacre e imagino que se encargaron de Eduardo ya que no se supo más de él, mas
dejaron una herida bastante pronunciada en los supervivientes, causando más
dolor incluso que el mismo tirano pasado. Otras personas reaccionaron al
contrario, agradeciendo la libertad de pensamiento y se dispusieron a colaborar
con Vic en los experimentos que siguió realizando, los cuales eran bastante
conocidos y apoyados. Al no tener un líder religioso, dispusimos un grupo de
científicos que dirigiese la comunidad, entre otras cosas para evitar otro
alzamiento clerical. No obstante los que participamos engañados aquel día tuvimos
una temporada bastante mala ya que muchos nos creyeron cómplices directos.
Tardamos en demostrar nuestra inocencia pero al final logramos de nuevo la
aceptación y el perdón al menos por parte de unos cuantos, quienes entendieron
que nosotros mismos fuimos también traicionados y utilizados.
Poco a poco todos intentábamos recuperarnos de aquel
fatídico día, cada uno a nuestra manera y de nuestras respectivas dolencias. En
mi caso, al menos en lo que concernía a mi estado físico, con ayuda de un par
de inventores y la mismísima Vic pude tener un brazo mecánico, lástima que no
lograron solventar el problema de la sordera parcial, pero fue algo a lo que me
acabé habituando.
Lo que restaba era seguir con nuestras vidas lo mejor que
pudiésemos, a fin de cuentas el mundo siempre sigue girando por mucho que la
vida te sacuda.
Seguía sin entender por qué vi a Agus de nuevo, Vic tenía la
teoría de que fue un sueño al caer inconsciente, que mi cerebro buscaba cerrar
un ciclo, despedirse. No obstante, es algo de lo que espero tener respuesta
algún día y, si se podía, reunirme con él y mi hermano al final del camino.
***
Uff vaya lío que se ha montado ¿alguien se esperaba este giro dramático de los acontecimientos? He de reconocer que le di vueltas a varios posibles finales y digamos que fue una mezcla de me paetecía probar un tipo de final distinto y que no quería dejarlo todo fácil y bonito.
¿Qué os ha parecido la historia en general?
Os leo en los comentarios y os dejo mi cafetera por aquí por si os sentís generosos hoy :)
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