Cuando llega el cambio - 18
El camino de vuelta a casa no estuve tan asustada como en el de ida, no
obstante tampoco dejé de mantenerme en tensión puesto que las sensaciones
pasadas ahí permanecían, diferentes claro, pero en esencia lo mismo. Respiré
cuando por fin emergimos de la alcantarilla y pude ver la bruma de luz que
quedaba en el cielo al ponerse las nubes delante de La Luna, lo que daba la
sensación de que podría desvanecerse del todo en cualquier momento. Tras pasar
por el angosto hueco del muro pude recobrar de verdad el aliento y la calma en
cuanto vi calles conocidas. Edmund por supuesto me acompañó hasta la puerta de
mi casa para asegurarse de que llegaba en perfectas condiciones. Nuestras
calles no obstante no estaban ni tan siquiera tímidamente transitadas ya que
éramos los únicos que las recorrieron a aquellas horas, lo cual por otra parte
era mejor puesto que no había que estar pendiente de ojos indiscretos.
-Gracias por acompañarme- le susurré.
-Después de lo de Zoe, no quiero correr el riesgo de que pueda pasarte algo
similar- me contestó cabizbajo también en un tono ligero.
Con suavidad puse mi mano bajo su barbilla y le hice alzar suavemente la
cabeza para mirarle y así poder transmitirle seguridad.
-La encontraremos- dije firmemente para tranquilizarle.
Respondió a mis palabras con un beso apasionado, supuse que por sentirse
nuevamente agradecido por mi colaboración, aunque aún no tenía claro cómo iba a
aportar a esa situación, mas la noche también sirve de ambiente calmado para
reflexionar.
Un par de eternos besos después, él regresó a su hogar y yo al mío con el
corazón en la mano ya que aún debía explicaciones. Crucé la puerta intentando
no hacer ruido y casi fui de puntillas por las escaleras al comprobar que no
había luz abajo. Recogí mi ahora manchado y rasgado vestido para no pisarlo ni
tropezarme con él, evitando con ello una más que sonora caída que seguro
despertaría a toda la casa ya que era evidente que había vuelto lo
suficientemente tarde para que no habrían aguantado por mí su implacable sueño.
Dicha teoría la confirmé al cruzar por delante de la habitación donde mis
padres dormían plácidamente, por lo que me escabullí silenciosamente hasta la
mía, bueno más bien todo lo silenciosa que me dejó ser un tablón del suelo que
oportunamente emitió su quejido. Nada como querer pasar inadvertida para que
decidan no permitírtelo. Esperé unos segundos en total y completo silencio,
tanto que debí parecer una estatua del jardín hasta que comprobé que el ritmo
normal de ronquidos no se había visto alterado ni se levantaba nadie, por lo
que reanudé mi marcha hasta que por fin llegué a mi dormitorio. Una vez dentro
respiré tranquila, sintiéndome por primera vez en el día un poco a salvo,
aunque pensándolo bien, la sensación de estar segura en un lugar probablemente
ya no sería viable después de lo que ya sabía.
Antes de dejarme caer en la cama decidí que lo mejor era quitarme y
esconder aquella ropa con aspecto sospechoso por lo que me puse a ello,
decidiendo al final que la mejor opción con la que podía contar era esconderla
en el fondo de un baúl que guardaba ropa vieja, llegado el caso de que se
descubriese, podría alegar que me había accidentado y que por eso lo guardé
ahí, quizás adornándolo con sentirme avergonzada de tal situación para
justificar no haberlo tirado directamente o lavado primero. No obstante era
evidente que dicha prenda me haría falta más veces para futuras incursiones si
deseaba ayudar a aquella niña. No la conocía personalmente, mas no podía
cometer el egoísmo de no ayudar si estaba en mi mano, al menos mi ayuda
serviría para que las cosas no pasaran a mayores.
Me puse a reflexionar sobre aquello y pensé que, ya que había que conseguir
ese diario, lo mejor sería hacerlo por las buenas ya que por las malas sería
demasiado revuelo y problemas futuros. Me planteé la posibilidad de pedírselo a
Astrid como la más segura de todas, si coincidía que su marido estaba en otro
viaje no debería de haber mayor problema si después de la incursión se le
devolvía. Sólo esperaba que ella quisiera colaborar, quizás sería posible si le
explicaba que una niña había desaparecido sin dar mayor detalle salvo que era
más que probable que fuese alguno de esos seres y que necesitase saber más.
Interiormente esperaba con todas mis fuerzas que aquello bastara ya que de
obtenerlo por la fuerza no sólo me exponía a mí, sino a Astrid y también a los
habitantes de La Ciudad del Final puesto que, en cuanto atarían cabos y como
agarraran a alguien en un trayecto nocturno, lo más probable era que
descubrieran aquel lugar y no podía permitirlo.
Me puse la ropa de cama mas no me sentía capaz de dormir por lo que me dejé
caer en ella, cerré los ojos y respiré varias veces de forma profunda para
intentar relajarme mientras apartaba los pensamientos en mi cabeza, me puse a
meditar entonces sobre la situación en la que andaba metida.
Por un lado estaba el reciente descubrimiento de que había vida bastante
dispar a la nuestra al otro lado del muro y que tenían acceso secreto a nuestra
zona por el alcantarillado, lugar que por otra parte era sombrío y oscuro y por
lo visto repleto de peligros, si es que era normal que los lugares oscuros y
estrechos no dieran buena espina... En dicha ciudad la gente vivía un poco como
buenamente podía y desaparecía de forma misteriosa, pero no tenían otro lugar
para vivir, ya estaban al límite de sus posibilidades y ya eran tratados
suficientemente mal como para arriesgarse a ser expulsados. Estaba también el
descubrimiento de las extrañas y diversas criaturas que vivían en un lugar
indeterminado, que eran cazadas y expuestas como trofeos por una especie de
élite que eran los que conocían su existencia y los que nos la ocultaban al
resto, haciéndonos vivir desinformados ¿pero con qué fin? ¿Un divertimento al
alcance de pocos? Cada vez que traía de nuevo aquella estancia a mi mente me
recordaba a cualquier otra de un aficionado a la caza, los trofeos expuestos
para ser vistos, seguro que con una terrible historia de muerte por cada uno.
Me empezó a revolver el estómago el acordarme de aquello, parecía que el asco
era lo que a mí me despertaba aquella afición.
Aunque bien visto, si era alguno de esos seres quien se llevaba a la gente
haciéndola desaparecer, no eran tan inocentes, mas tampoco había que olvidar
que unos pocos individuos no hablan por completo de una sociedad ni la
definían. Uno puede intentar ser siempre bueno y amable pero otros carecer de
dicha intención y actuar de forma egoísta cruzando el límite de dañar a otros,
pero era más que probable que la mayoría no tomara esas decisiones solo que
aquellos que sí, hacían más ruido. Yo misma no me veía ni punto de comparación
con Francisco, Charles o Kathie a pesar de ser de la misma especie y vivir en
la misma ciudad. Por Francisco aquella habitación decía de él mucho más de lo
que seguro le gustaría, Charles me parecía un niño caprichoso y egoísta y
Kathie era similar, mas a ella la había visto y padecido actuar de forma
mezquina. Luego había gente como mi familia, que eran un verdadero encanto, a
pesar de nuestros roces no podía decir otra cosa. Mi madre siempre era muy
atenta y amable con todos, muy recta para sus cosas y las que creía
importantes, pero nunca descuidaba a sus seres queridos ni a quien precisara de
ayuda. Mi padre era muy parecido a ella solo que su temperamento era más
calmado y no se preocupaba tanto por que las cosas fuesen hechas de una forma
concreta para considerarlas bien hechas, era de los que pensaba que había
múltiples formas de llegar a la solución de un problema. Por otro lado estaba
mi querida Lilith, no teníamos relación de sangre, pero era mi familia también.
Siempre tan humilde y tímida, siempre con la cabeza gacha ante los que no
pertenecían a nuestra familia y no entendía bien por qué ya que era una gran
persona, siempre cariñosa, siempre amable y con ese tono de voz tan suave que
me encantaba, oírla hablar era como si te arrullara.
No… nosotros no nos parecíamos a esas personas y no por ello se podría
decir que todos los humanos fuesen como ellos, por supuesto existían personas
como Edmund y seguro que había más gente amable solo que quizás a este lado del
muro habíamos aprendido a vivir de otra forma, a ver la vida de otra manera y
por ello la gente era tan asquerosamente superficial.
Quise creer que fuera quien fuese el ser encargado de las desapariciones,
no definiera a toda su raza con aquella forma de actuar, de hecho tampoco
estaba garantizado que no se tratara de otros humanos, si se las habían apañado
para usar el alcantarillado sin que se notara, quizás habría otra ciudad
desconocida.
Entonces de tratarse de otras criaturas ¿las estaría condenando al hacerme
con aquel diario? El conocimiento trae cierto poder, tal que de usarlo de la
forma incorrecta, podría llegar a tener consecuencias devastadoras. Aquel
asunto era delicado y había que tratarlo con sumo cuidado, cualquier desliz
podría estropear las cosas y provocar con ello un mal desenlace, tanto era así
que me sentí realmente presionada ya que mi forma de actuar sería tremendamente
determinante, así que debía meditar muy bien cada paso que iba a dar.
Por otro lado ¿sería correcto avisar o no a mi familia de aquello?
Obviamente me iban a preguntar al día siguiente y no sabía muy bien qué
decirles, pero no iba a valer cualquier excusa, eso estaba claro. Ocultarles
toda la verdad tampoco me parecía correcto, no sólo por la mentira en sí, sino
porque debían estar sobre aviso del tipo de personas que nos rodeaban. Si
Francisco era capaz de hacer tales atrocidades a criaturas antropomorfas ¿qué
nos garantizaba que no podría hacer igual con gente de su misma especie?
Quizás lo prudente sería contarles una verdad a medias, al menos para no
dar demasiada información de golpe, tal y como yo tenía en mi cabeza en
aquellos momentos, como haciendo presión por no caber toda en ella, luchando
por conseguir su hueco.
Di un largo suspiro y abrí los ojos, en ese instante reparé en un objeto
extraño en mi mesita de noche, me incorporé para velo mejor hasta comprobar que
se trataba del manuscrito de Edmund, supuse entonces que me lo habría traído
cuando vino. Decidí que no sería mala idea retomar la lectura, eso dispersaría
mi mente y la trasladaría hacia otros lugares, otros mundos, otras realidades…
la haría libre, libre de aquella tortura al menos por unas horas.
Me sumergí en sus páginas, entre párrafos y me dejé llevar por el arrullo
de sus palabras, que entonaron una suave melodía que poco a poco calmó mi
dolorido corazón. La dura realidad que estaba viviendo hasta hacía poco se fue
desvaneciendo a cada fragmento de lectura, ya no estaba turbada por las
emociones y la presión de las decisiones difíciles que me aguardaban sino que
me encontraba en un reino mágico plagado de diversas criaturas de fantasía. El
campesino había logrado superar muchos riesgos conforme avanzaban los
capítulos, mas quedaba uno por resolver. Resultaba que en una de sus
incursiones había conocido a una mujer de la realeza que había conquistado su
corazón, no obstante a pesar de haberse atrevido a surcar el mundo a pesar de
sus detractores, a luchar contra seres malvados, a cruzar y sortear multitud de
peligros, confesar sus sentimientos a aquella dama era lo que más miedo le daba
comprendiendo entonces que todo aquel tiempo había realizado diversas proezas
sin un ápice de miedo salvo ahora, descubriendo así su único temor conocido. Me
resultó un giro argumental interesante, nunca había leído nada igual así que
devoré con avidez los últimos capítulos celebrando que la historia quedase
conclusa y lamentando profundamente con ello tener que despedirme de aquel
mundo y de un personaje tan entrañable.
Intenté dormir a continuación, esperando que el cansancio y sopor me
alcanzaran una vez había tranquilizado las aguas de mi mente, no obstante la
realidad volvía de nuevo a llamar a mi puerta y aún quedaban vestigios de la
novela que acababa de disfrutar, intenté apartar las preocupaciones cerrando
los ojos e imaginándome dentro de aquel mundo maravilloso, evadiéndome de nuevo
para que el sueño por fin me abrazara.
This work is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International License.
Comentarios
Publicar un comentario