Amor en tiempos del covid





 El aburrimiento, unido a la curiosidad por un juego online que se era bastante famosillo me impulsó a adentrarme en aquella fantasía digital. No era alguien que frecuentase dichas ocupaciones, pero el confinamiento estaba resultando demasiado tedioso, más aún viviendo solo y sin mascota. En cuanto tuve mi personaje listo, un humano guerrero por supuesto, empecé a ir de misión en misión. No pude evitar al cabo de un rato sentirme como un recadero de los distintos personajes, aparentemente bastante ocupados como para no poder ir al pueblo vecino a hablar con otro o de encargarse de los monstruos que asolaban su granja, pero la curiosidad por las nuevas zonas y las nuevas habilidades que aparecían cada cierto nivel me retuvieron de alguna manera.

Por capricho de mi mala suerte, acabó acosándome un jugador enemigo que superaba por mucho mi nivel y ahí estaba yo a las puertas de la muerte virtual hasta que apareció una draenei que decidió intervenir a bolazos ígneos. No dudé en agradecerle y pensé que sería cordial invitarla a una Cerveza de Nethergarde, lo que derivó en una charla amena en una taberna y en futuros encuentros que disfrutaba cada vez más, hasta el punto que no imaginaba un día sin hablar con ella, ya incluso por largas llamadas telefónicas. Hasta hemos fantaseado con encontrarnos en el mundo real cuando todo esto acabe. No veo el momento de tenerla entre mis brazos y confesarle mis sentimientos por fin.

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